Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCION DE HUANUCO DE 1812 399 recho su deposicion. ¿ Que concepto podremos formar de Pablo Piñan por sus deposiciones?. En la declaración del proceso, y en la con– testacion de mis interrogatorios expone lo mismo que/.49 Ponce y Zevallos, cuya union, intima amistad é inceparabl.e compañía le ha obligado a abandonar la berdad y dirijirse por las mismas sendas tan iniguas y perversas para no ser havidos en contradiccion, con cuya Alianza y residir tan inmediatos, mayormente exerciendo el empl.eo de Mayordomos de Hazienda el Ponze y Piñan se hallan com– prometidos a sobstenerse unos a otros sus dichos y ocultarse sus echos. Que no expondra contra mi por adular u lisonjear a su Pa– tron Don Alfonso Mejorada con quien tiene tan estrecha amistad y compañia celebrada Don José Castillo mi capital é Irreconciliable enemigo? Desde luego que si no le acompañara la brutalidad, tor– pesa é ignorancia, y supiera lo que es y contiene la religion del ju– ramento, no contrabendria a la berdad con tanto escandalo, ni meno se opondría unido con mis dos acerrimo enemigos Ponze y Zevallo a tantas falsas declaraciones, que abandonan mi berdad y la an– tidad de mi proseder. A su atestacion pueden oponerse las de Don Lorenzo Dominguez, Don Bacilio Miraval y José Requena, quien no ha declarado por hallarse en su biaje de la Montaña, Silbestre Bar– gas, José Gomez y Mariano Truxillo, a los primeros ya determinado a venfr a Huanuco los contuve en la Montaña con la mas viva persuaciones haciendoles ver el riesgo que les amenasava la ferosidad de los Yndios, y a los segundos del mismo modo los hice regresar diciendoles no combenia fuesen por que ya los Yndios se havian ve– nido a Huanuco, Comparence estas declaraciones de seis hombre de bien conocidos por tales y de honrado proseder, con la de mis ri– bales pillados en perjuro, limitados y abandonado a vicios, y que no han procurado en sus declaraciones más que bengarse de mi y desbarancarme del modo más infame. Más si se ha de oír al hom– bre de bien para rebatir al malo, oigase a Don José Gonzales y a Juan Manuel Arostegui. En sus dichos aparece que lejos de haver yo formado la insu– rreccion en la Montaña manifiesto las más extraordinarias señales de regosijo al saver la Victoria de Vuestra Señoría, que la comunico prontamente a quien puede interesar y me manejo en el lance sin aquel temor que me havia sobrecojido cercado de enemicros y noti– cias funestas. ¿ Son estos los caracteres de un sedicioso que pretende el triunfo de los insurgentes, ó los de un Patriota oprimido que res– pira al ver su libertad, y el triunfo de las Armas del Rey? Aqui Señor intereso a Vuestra Señoría. Veanse las atestaciones de los

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