Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCION DE HUANUCO DE 1812 401 fidelidad y Patriotica lealtad a mi soverano, como tambien mi exacta vigilancia en contrarrestar a sus traidores y enemigos de la paz. Este es Señor Governador Yntendente el alegato que acompa– ñado de las declaraciones que sean favorables presento a Vuestra Señoría. Lo estrecho del tiempo que se me concede el encierro en que me hallo, y la falta de Profesores que hay en la Ciudad, no me permiten presentarlo como debía hacerlo; más el hará ver a Vuestra Señoría un hombre que nQ tuvo la menor parte en el principio de esta revolucion, y si por el contrario procuro de muchos modos apa– garla, y hacer triunfar las Armas del Rey , que no pudiendo con– seguir lo profugo cercado de afanes y sus causas, y buelto a ella no se olvidó de sus deberes, que no jusgandose seguro en su casa, y temiendo no ser embuelto en las asechanzas que e tendieron a mu– chos en la Ciudad profugó a la montaña por que creyo vivir en ella tranquilo, que saliendole falsas sus esperanzas se vió allí en una nueva tormenta, que para salvarse imbentó un arbitrio que si aparece cri– men no es mas que la obra de un miedo que no pudo evitar, pues no siempre podemos resistirlo por más reflecciones que formemos para ello, que sí obedició y notificó la orden de un Juez, que no debía obe– decer, fue por que las amenazas apuraron, y falto una resolucion que Dios da a quien quiere pues es don suyo; mas con todo lo hizo de un modo que salvandose asi mismo en nada perjudicó la Justa Causa. Que en fin acusado por algunos malos, es bindicado por mu– chos buenos. Ultimamente si esta revolucion ha sido contra los Europeos, no puede sin el mayor agravio suponerseme parte en ella. Soy hijo de un Viscayno de honor, y queriendo a mi Padre, no puedo jama aborrecer a los que han traído al Perú la Santísima Religion que profesamos, que hace/. s1 nuestra mayor honrra en la vida, y nue - tra felicidad en la muerte. Amo y amaré mientras viva a quienes nos han dado a conocer las buenas costumbres, la politica, las ciencias y las artes y han echo circular en el suelo de los Yncas la sangre de los Rodrigos y Pela– yos. Llamo mis hermanos a quantos nacen en la España ultramari– na, y viendome honrrado con su color mismo, educado en su religion y costumbres, reputo por un pequeño accidente el haver nacido a distancia de la Madre patria, y me tengo por tan E pañol como ellos, por tan vasallo de Nuestro Suspirado Monarca, y juro la defensa de la Justa Causa que defienden todos: Estoy enlazado estrechamente con los principales Europeos de esta Ciudad, y tengo el mayor ho– nor llamarlos mis hermanos y parientes. Cargo la insignia de Te– niente en el Regimiento de Caballería de esta Ciudad, y he desem-

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