Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LII ELLA DUNBAR TEMPLE nuco, comporta una nueva prueba contra el Presbítero. Afirma Be– rrospi que se alojó en Chupán en el mismo convento de Ayala y que éste le aconsejó que debían hacer en ese pueblo el fu.erte para la de– fensa. El mentado cuaresmero de la Doctrina del pueblo de Llacta, D. Tomás Nalvarte, r.esulta también reo de cargo en estos autos. Se le imputa haber ordenado matar a los chapetones, sostener el dicho de que ya no había Rey, y recibir y trasmitir órdenes de Crespo y Castillo. A D. Pío Quinto Miraval, Sargento de Milicias y nativo del pueblo de Pachas, se le asigna participación en el movimiento, aunque, según se infiere, no aceptó el cargo de Juez para el cual lo nominaron los indios. No obstante sufrió prisión y embargo de sus bienes y sólo años más tarde terminó por probar su inocencia. Las pru.ebas actuadas en los autos patentizan prácticas genti– les que gravitan en la insurrección, tales como el entierro de una mujer viva por "ser afecta a los europeos", los asesinatos a piedras y palos, las mutilaciones y las masacres, ya citadas, rodeadas de es– cenas de canibalismo, los desfiles con los trofeos de las víctimas y las danzas guerreras y cánticos alrededor de los cadáveres. Los relatos de los saqueos d.e casas, haciendas, conventos e igle– sias ofrecen . características similares a los de Huánuco, aunque en mucha menor cuantía dada la escasa economía de la región. Se in– sertan listas de especies robadas y del ganado con sus valores res– pectivos y en este linaje de documentos, tienen interés las facturas de los ramos estancados, entre ellos, el tabaco de Bracamoros, pol– villos, pliegos de sellos, etc., saqueados por los indios de Llacta. En el embargo de los bienes del P. Ayala se menciona plata labrada, ro– pa, mobiliario, un arpa y dos guitarras; y, ad.emás, 268 cabezas de ganado de Castilla, 5 de vacuno, 6 de caballar y 6 de lanar. En el correspondiente a los bienes de los habitantes del pueblo de Chupán, el promedio de ganados por persona, era de 143 a 50 cabezas, pero sólo figuran unos seis indios con tales pertenencias. Al reo más pu– diente, D. Pío Miraval s·e le embargan muchas especies, entre ellas, unas charreteras de plata, insignia de Teniente, y un ejemplar de la popular Curia Filípica. Su riqueza consistía en ganados y es– tancias porque era dueño de las de Pomabamba, Taparaco, Pisca Ra– qui, Chacra Utco, donde tenía un molino, y de hatos de ganados en los altos de !sanca. Es importante señalar el singular valor de estos autos que por su tipicidad comportan un testimonio de excepción desde el punto de vista lingüístico y etnológico, por el lenguaje de los indios y mesti– zos ladinos y las costumbres y formas de vida regionales. A ese mis– mo carácter indígena tan definido del movimiento insurgente y a su

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