Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCIÓN DE HUANUCO DE 1812 LXI tejo con los propios autos de las causas y de evidente información por lo que toca a las circunstancias personales, vinculaciones y sta– tus socio-económico de los actores del movimiento revolucionario. El documento XXVI, del antiguo archivo de la Real Audiencia de Lima, del cual ofrecemos la primera mención, consta de 79 fs. y compete a la regulación y pago de costas causadas por la insurrec– ción de los Partidos de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes. Se ini– ció el año de 1816 y como su tramitación continuaba a mediados de 1818, permite allegar datos sobre la peripecia vital de varios de los actores de la pasada sublevación. Por los años de 1818, el Presbí– tero Bartolomé Lastra residía en Lima, Tomás Nalvarte, se presu– mía que había fall.ecido, José Ayala y Pío Miraval permanecían en H':}amalíes y continuaban sus incesantes reclamaciones. De las ra– zones de depósito de bienes incautados, consta que los de Crespo y Castillo se entregaron a José Ampudia y pasaron a poder del her– mano <lel caudillo, Pedro José Crespo y Castillo, minero de Huan– capallac. Es interesante destacar que en estos actuados se verifica, una vez más, la curiosa pérdida de los cuadernos de ~bargos de bienes de los procesados. Esos autos no se encontraban en la Real Au– diencia, ni en el archivo de la Subdelegación y el propio González de Prada reitera que por la pr.emura del caso todos los actuados, "tan voluminosos como complicados", se habían remitido a la Real Au– diencia sin dejar en ese Gobierno antecedente alguno. Esas diligen– cias terminaron por suplirse con los documentos de fianzas de los reos tomadas del anterior protocolo del escribano Ariza; y con las razo– nes que figuraban en las distintas piezas de los procesos, lo que per– mite complementar, a base de esas constancias, datos sobre algunos de los expedientes desaparecidos. Estos autos contienen documentación específica sobre algunos de los reos solventes, de cuyos bienes se habían formado cuadernos separados de embargos que, según parece, corrieron la suerte de los anteriores. Figura la sumaria información presentada por el Pres– bítero Antonio Ruiz, experto quechuista y sobre el cual "el vulgo creía que era clérigo rico". Si bien no aparecen constancias de sus bienes raíces, tenía abundante ganado vacuno y había formado com– pañía con dos de sus hermanos. Pío Miraval, como consta en los autos de Huamalíes, poseía chacras y estancias en esa Provincia y gozaba de holgada posición económica; y los bi.enes del mercedario quiteño P. Aspiazu, como consta de autos anteriores, se habían re– matado. El documento en sí, como todos los de su índole, es una fuente de importancia, aunque en parte reiterativa, acerca de la situación

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