Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LXX ELLA DUNBAR TEMPLE dica a éste último como uno de los principales causantes de la rebe– lión y que bien ·podría descubrir el origen remoto de la revolución, porque desde tiempo atrás había difundido doctrinas de sedición. Relata que había fugado a la costa y que si había ya tomado el cami– no de Quito, no lo prenderían porque tenía mucho dinero para cos– tearse un rápido viaje. Señala también la participación del cura huanuqueño, inter de Yanahuanca, D. Manuel Sáenz, indio de origen y arriero antes de ordenarse, prosélito del P. Villavicencio y que ac– tuó de capellán de los rebeldes en el primer combate de Ambo, ex– hortándolos a la guerra; y de otros curas, asimismo huanuqueños, como el P. Ayala, Fernando Gaitán, Tomas Nalvarte y el Licenciado Ruiz. Confirma Jado, por otra parte, la participación o la adhesión de todo el pueblo de Huánuco en el movimiento insurgente, expre– sando que "hay muy pocos en la ciudad que no sean cómplices", y que en Huánuco los propios soldados mestizos decían que el movi– miento revolucionario no era contra ellos sino contra los europeos "y que estos se defendiesen como podían", agregando que a la en– trada del ejército de González de Prada "todos daban a conocer el sentimiento que tenían del triunfo de las armas del Rey". Se refiere también a las influencias extrañas, a la venida de emi– sarios de los países sublevados y a la llegada de cartas de Castelli. ;I\1enciona a dos hombres llegados en 1811 y ·que desaparecieron des– pues de haber estado un mes en Huánuco, y al falso lego franciscano, prófugo de Santa Fe y emisario secreto de Quito o del Alto Perú, que hablaba de revolución. Cita, asimismo, a los dos quiteños presos en el Cerro que tenían papeles subversivos y al patasino Queipo, autor de pasquines que incitaban a la rebelión. Sus apreciaciones sobre González de Prada son de gran interés aunque en parte no muy objetivas por estar inspiradas en su posi– ción contraria a los indios, en algunos casos de meridiana clarividen– cia en cuanto a la fuerza que representaban. Considera al Intendente muy proclive y considerado con los indígenas y expresa que muchos se quejaban de su lenidad y del "inmoderado cariño que les tiene", impidiendo que se hiciera fuego contra la indiada que había come– tido los peores excesos. El Señor Intendente, dice J ado, "tiene un corazón muy blando y .en el día se necesita hacer un castigo ejem– plar. Si así no se hace todo está perdido, pues el indio no se corrige sino arruinándolo" y ''una _vez agitados no ,se tranquilizan tan fácil– mente como se juzga". Insiste en el carácter general de la rebelión, en la cual participaron oficiales de infantería y caballería, mestizos y muchos blancos de Huánuco, además de las masas indias; expre– sando que si bien en sus principios fué obra de pocos, "fueron mu-

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