Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCIÓN DE HUANUCO DE 181? LXXXV conmoc10n de algunos pueblos de América y al anuncio en papeles impresos y manuscritos, relativo a la er.ección de "ocho o nueve so– beranas Repúblicas".. De no menor tinte polémico eran los ataques a la Junta Central de Sevilla y al Primer Consejo de Regencia a los cua– les se tildaba de "saqueadores de América''; y se insertaban reflexio– nes sobre los pueblos embrutecidos y sin derechos a encauzar sus des– tinos, y la necesidad de que el Perú aprendiera a variar su "suerte infeliz". Los artículos contenidos en los números 21, ·24, 28 y 43 compor– taron una carga de mayor impacto ideológico. Comentaban la pro– clama de Liniers y esbozaban la opinión contraria a la espera del res– tablecimiento de la familia real en el trono español. Concretamen– te enfocaban los sucesos de Buenos Aires, que no reconocía a las Cor– tes, y aludían a la guerra sostenida en España por la Independencia, reiterando que en la Península S€ hablaba y escribía libremente y que, al igual que en América, existían en España insurgentes repu– tados de patriotas. Desarrollando planteamientos políticos, el perió– dico sostenía que las Cortes d~ Cádiz estaban muy remotas para re– mediar los males del momento, y que la parte del Soberano le tocaba a todo el pueblo peruano como fracción de la soberanía local de la Na– ción hispanoamericana. La tesis de las soberanías parciales d.e los pueblos debía operar sin confundirse las unas con las otras; y como ejemplos de esas fracciones de soberaruas, iguales a las de Cádiz, Li– ma o Méjico, se mencionaba específicamente a diversas Provincias del Virreinato peruano, entre ellas Cuzco, Arequipa, Trujillo y Huá– nuco. Precisa ese tendencioso artículo el concepto de la soberanía po– pular desligada del soberano y llega a sostener que cada pueblo puede escoger la especie de soberano que .le acomode. Los pr ocuradores de las ciudades representaban, según esa argumentación, las diversas so– beranías parciales y se señala la forma cómo debían ser elegidos pa– ra considerarse propiamente los "Padr es de la Patria". La más somera confrontación entre estos artículos, de índole li– beral y constitucionalista, y las declaraciones y alegatos que figuran en los procesos de la rebelión huanuqueña, permiten ver ificar su co– rrespondencia, que alcanza, inclusive, a la propia terminología. En particular, fueron los eclesiásticos insurrectos los que se saturaron con estas tesis y, como tuvimos ocasión de señalar, aún en la repre– sentación de Fr. Marcos Durán Martel, dir igida desde Ceuta, se re– flejan idénticos conceptos. El tema del Inca y de la restauración del Imperio.- El ances– tral mito del Incario fue una idea fuerza a lo largo de las rebeliones indíg~mas desde los mismos días de la Conquista. Los mismos insur– gentes criollos y mestizos invocaban como .enseña el nombre de ale-

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