Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCION DE HUANUCO DE 1812 467 los Ynsurgentes en la presente sublevación, respondiendo el trasla– do, que se me comunica digo: Que de justicia se ha de servir la in– nata bondad de Vuestra Señoría de mandar declarar por libre a mi parte, y esempto de todos los cargos que se le hasen, así por ser justicia, como por lo que se deduce del Proceso, general y siguiente. El Primer Testigo de oídas que acusa á Ygnacio Rodríguez por Seductor de los Pueblos de Huamalíes es Don José Espinosa: el Se– gundo es Don Manuel Talancha. quien no sólo le denuncia por rebol– vedor de los Pueblos que cita Gibía, Yacos, Mangos, Chaután y Cay– na, sino que lo declara Capitán y público director de los Ynsurgen– tes: Manuel Carrillo lo hace en igual modo Capitán, y disponedor de esos mismos, y Don Asencio Talancha le da ygual título: a todo responderé por los términos que estime más legales y sencillos. Mi parte en la confecion que hase en 3 de Abril parece que na– da dice en punto á Capitanía, saqueos ó mesclarse con los ynsurgen– tes y .en verdad que es así; por que ¿Cómo será creible que estos ne– cesitasen a unj. 457 v anciano exercitado siempre en la agricultura de donde jamás lo vieron salir ni para el campo de Marte, ni mesclar– se con los Ciudadanos? No es cosa natural y opuesta a la razón que quicieren por Capitán a un hombre que puramente les embarasava en todas las Expediciones diabólicas? ¿Cómo podrá un hombre que realmente es un parturiebar (sic) montes, ser seductor de otros, quienes son capases de todas sus partes de enseñarlo? Si este viejo entrase a dar Resoluciones, ó pareceres en tan delicado caso, qual es la Revolución, precisamente y con rasón lo burlarían creyendolo de– crépito, ó loco: así pues se <leve estimar que en su causa ¡ no solo ¡ militan / estas / ocurrencias, ¡ sino ¡ otras maiores que omito por no aglomerar de caracteres sofísticos este recurso; y lo que es más que como Andrés Rodríguez ha sido aquel que se ha tenido por prin– cipal Caudillo de los Alzados, no está distante de sertidumbre que oyendo los Testigos mencionar a los Rodríguez creyesen que mi par– te fue uno de aquellos a quién tácitamente no se <leve contar por cómplice de la Ynsurrección, mediante a que parece que los Ynsur– gentes no lo mencionan, ó al menos no consta del Proceso que se me ha comunicado en traslado, y motiva esta contestación. Ya por su– maria información, ó de otra suerte se hubiera calificado, que mi parte jamás pensó en negocios peculiares a la Revolución: que tam– poco durante ella, hasta algunos días antes de su conclución, no se movió de su casa; á no haver los convencimientos apuntados, y to– dos aquellos que generalmente declaran los testigos, y son que los Ynsurgentes no perdonaban a nadie, y con el/.46s mayor rigor, y desberguenza los sacaba a todos de sus hogares sosegados, para em-

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