Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812
LA REVOLUCIÓN DE HUÁNUCO DE 1812 479 "que también conoció . las voces de Rodríguez y Pérez" sin expresar esas esencialísimas palabras de mata, mata; la verdad es que no cons– ta que a nadie matasen, prendiesen o robasen. Manuel Carrillo con– fieza que por tal Capitán conoció á Pérez y á Ygnacio Rodríguez, aqui tenemos otra contradicción y es la de ¿si podremos creher que los Ynsurgentes escojan por su Capitán a un chacarero que jamás se empleó en otra cosa que en la coyunda/. 467 v después que numera en su edad Setenta años? Sea todo así, ó como se quiere interpretar; la rnaior decición que prueva la inocencia de mi parte tanto en este punto, quanto en los demás de su causa, es que abandonando su tra– bajo, y desamparando su familia fue llebado á pernoctar, y pasar in– finitos trabajos por los Ynsurgentes al punto de Visacaca. ¿Por acaso se podrá dar lugar en el mas estúpido entendimien– to, que un hombre honrado deje sus hogares boluntariamente, y los exponga con sus vienes á las infinitas_, y raras consequencias que ori– gina una Rebolución; ó que al menos los Ynsurgentes y salteadores se los saqueen, por ir á guardar Visacaca? Que ¿allí también havía algo que robar con los Ynsurgentes e.orno lo denuncian los Testigos? En una palabra ó ser Francisco Pérez de pécimos arcanos, y malas operaciones desde los años pretéritos a la Sublevación no se difi– culta que huviera dado indicios de ello; y a buep. seguro, que ningu– na persona sacrificase su Alma, y crédito por aborar (sic) su con– ducta. Aquí tenemos el maior convencimiento que esclarese la ino– sencia de mi parte en Ia materia de la Ynsurrección, y de inciden– cias; y acordándonos de lo que generalmente Declaran todos los Tes– tigos del Proceso quando por acaso Pérez llegase a tener una leve vislumbre de culpa inboluntaria, de todo punto lo salva de ello aquel grave miedo, con que la Pleve desenfrenada coactava á los leales pa– ra la siguiesen en su tira../. 468 nicos, é inhumanos desconciertos. Don Manuel Talancha en su Declaración asegura, que mi parte y su suegro a presencia suya dieron cuenta a Castillo que havían ido á Huamalíes, y á sus Pueblos de Givía, Yacos, Mangos, Chaulan, y Caina á seducir á la gente por mandato de su General Castillo. En igual modo lo Declara porque lo oyó de boca de los Yndios. Castillo lo confieza "y se acuerda, que él firmaba las órdenes que le llega– ban" mi parte lo concida (sic), y en todo lo que expone en el núme– ro Tercero de su confeción, no da otra cosa, que una prueba viva, y sencilla de que temeroso de los daños que le podían sobrevenir, pa– só a los Pueblos citados; en los quales executó la Providencia, y alló en cada uno las contradiciones que él mismo relata, a que se agre– ga la contra orden que se mandó de esta Ciudad, para que no se mo– viesen aquellos vecinos, como que efectivamente no vinieron a ella,
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