Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812
LA REVOLUCióN DE HUANUCO DE 1812 495 indicados a saver con fixesa el paraje donde estavan los Yndios, y últimamente sólo con el fin de contenerlos y persuadirles que se bol– viese á sus Pueblos. Todo esto es constante por las declaraciones ju– radas que acompaño en la devida forma, echas por los enunciados Don Alfonso Mejorada, Don Diego Adalid, y Don José Mesa, siendo creible que Don Pedro Espinosa, y Don Manuel Ramírez, depu- 1. 483 siesen lo mismo, sino hubiesen estado ausentes del lugar al tiempo de evaquarse las citas que de todos ellos hiso mi parte quando le fue tomada su confesión. El segundo declarante Don Diego acebera á mayor abundamiento haverle referido Pedro José que havía dado a los Yndios algunos consejos en razón de atraerles de su temerario pensamiento, y quando regresó á Huayaupampa para encontrarlos de nuebo, fue sin duda su intención concluir la obra laudable que tenía comensada. Vien claro es que todo lo expuesto, con el resultado de las tres declaraciones manifestadas, faborese á mi parte, sin que sea nese– zario dar á estas una interpretación violenta y disconforme con su literal sentido. Así es creíble que no pudiendo Pedro José lograr el fin de persuadir á los Yndios que no invadiesen la Ciudad, vino con ellos hasta el Puente y le embarazaron pasace á reunirse con los del Partido fiel, sirviéndole también de impedimento el reselo de ser muerto ó herido, pues inmediatamente se dio principio al tiroteo. Con este motivo y en semejante conflicto, no tubo otro recurso que retirarse á una casa algo distante del Puente, según lo dise en su conf.esión, en donde pasó toda la noche refugiado, y solamente en la mañana del Domingo se le pudo/ . 4 83v haver visto en la margen opuesta del río junto con los sublevados, procurando ocasión oportuna de pasar el Puente, y sin la menor señal que indicase haver ofendido a los vesinos de la Ciudad que se hallavan de esta parte, o tener intención de ofenderlos. Por lo respectivo al hecho de haver acompañado á los Yndios en las dos ocasiones que fueron al Aciento de Ambo, se conose a clara luz que le infirieron coacsión y violencia para que no se separace de su lado, pues no le era pocible ocultarse a su vista siendo muy conosido de todos ellos y manejándolos cotidianamente por el exer– cicio de labrador y Mayordomo de Haciendas que ha tenido desde su primera jubentud. Si hubiese sido dañada su intención, habría ido preparado con armas, y se hubiera colocado en parajes donde pu– diese hacer una ofenza; pero nadie se ha atrevido a hacerle seme– jante acusación si se le ha obcervado el menor movimiento que pu– diese manifestar un espíritu de hostilidad. Así lo tiene afirmado en su citada con /. 484 fesión, como también que Juan José Castillo, José
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