Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCION DE HUANUCO DE 18~2 519 es que la información que tengo dada que precento, y juro, me saca libre de este cargo como boy a ponerlo de manifiesto, y habrá de con– fesar Vuestra Señoría a combencimiento de la verdad. /.504v Consta por ella plenamente provado que a los tres ó quatro días de la imbación de los Yndios salí de esta Ciudad de día claro, en com– pañía de muchas mas personas, dirigiéndome con mi familia para el Pueblo de Caury de donde es oriunda mi Madre Política Josefa Ce– liz: Así lo deponen á la primera pregunta de mi interrogatorio Do– ña Josefa Arze vecina de esta ciudad y española, Doña Rosa Megía de iguales calidades, Don Manuel Talancha, Don Féliz Ramírez, y Don Mariano León; dándoce rasón de sus dichos, pues aseg·uran que se aucentaron huyendo del terrorismo que causaba la Yndiada ame– nasando de muerte á todo hombre que no fuese de su clace. Y pre– gunto aora refiriéndome al Segundo cargo que se me hiso, ¿es com– binable que un hombre que protegió el saqueo de los mismos Yndios fuese perceguido por ellos? puede el que quiera deducir á su arbitrio la concequencia, que me arriesgo a dejar á su livertad. Deponen mis testigos á la Segunda, que quanto yo llebé para Caury, fue una petaca, cuio contrapeso era un costal de coca con al– guna falta de ella, y un colchón en medio, y de aquí es que no pudo la petaca llebar, ni géneros en abundancia, ni plata en cruz, pues siendo el contrapeso de ella un costal empesado de coca, nunca pudo 11.ebar otra cosa que ropa de huso de mi familia, como algún testigo lo declara/. 5 º 5 por haverlo visto. Y preguntados a la tercera inte– rrogasión si en el Pueblo referido de Caury se me hiso algún em– bargo contentan uniformenmente que no, y en seguida que yo he vi– vido honrradamente con una tiendecita y buscando mi vida en el comercio, por lo que no han tenido que notar de mi buen manejo y conducta; asegurando el Segundo Testigo que a mi vajada posterior a esta Ciudad (único por nececeidad en este caso) que a mi buelta a dicho Caury me condujo en clace el arriero un manucordio, un pa– bellón y unos papeles pertenecientes todo a mi tío el Presvítero Don Fernando Gaytán- añadiendo a la tercera pregunta mi vajada para cobransas al Pueblo de Gibia del Partido de Huamalíes, como tengo declarado en mi confesión, por habeY sido el objeto Principal de mi salida el de las cobransas, que me llebó entonces hasta el Pueblo de Aquia donde fui sorprendido, y preso de orden de Vuestra Señoría y dirigido á su precencia. Concluiase mi descargo y Publíqueseme inocente a pricencia de la Subcequente certificasión, en que consta, que sin embargo de la

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