Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812
LA REVOLUCIÓN DE HUANUCO DE 1812 531 queriéndolo hacer íntimo confidente del Regidor Castillo. En la con– clución de la octava pregunta asegura, "que de la esquina de la Plaza "miraba la escena de la tragedia, que causaron los sublevados en la "ciudad, procurando siempre permanecer oculto hasta la retirada de "los Ynsurgentes: ": En la undécima pregunta, confiesa, que lo lle– baron á /. 616 v Ambo, como á otros blancos por fuersa. En la pregunta désima quinta contesta "Que quando estubo en la casa de Castillo "no le hablaba nada, por que estaba en clase de muchacho, y últi– "mamente en la pregunta veinte y dos responde, que él coadyubó a "su fuga, y no lo siguió, por cuias instancias, y exfuersos, no se quitó la vida". Don Pedro Tello en la adición que pone al fin de su declaración, dice: "bajo del mismo juramento, añadió el declarante: QQe Nar– "ciso Roxas era el mas allegado a Castillo, y con quien secreta, y fre– "quentemente tenía sus conversaciones> y daba sus disposiciones". Este testigo es igualmente vario, y único en su deposición, en igual modo, que Berrospi; aunque indistintamente declara: redarquiré (sic) todo lo que consierne a la destrucción de la primera declaración, y luego pasaré a tratar de la segunda. Aun no se me habían dado los Autos, quando solicitando á mi parte por que me instruyese en las causas por que lo hacían Reo, según el Espíritu de sus noticias, deducido de aquellas preguntas, que en su confesión le hiso Vuestra Señoría me obligó á disponer las cinco preguntas, que se ven en el Ynterrogatorio que presenté, sa– tisfecho ahora de su acierto, parece que por él esclaresco la inocencia de mi parte. Los tres Testigos Don Martín Quiñones, Don Manuel Pajue1o, y José Segundo en la primera pregunta, que se les hace á petición de mi parte, ignoran totalmente, que por palabras, ú obras se produxese éste en favor de la Ynsurrección. Los mismos testigos, exponen que no lo han visto mesclarse con los Ynsurgentes; y por el contrario consta, que le saquearon los pocos bienes, que tubo: á ser, como quiere Berrospi, Capitán, ó Seductor de Sublevados, pre– cisamente lo hubieran conocido por tal, y nadie querría/. 617 abonarlo; a más de que es incompatible, que un Capitán de Ynsurgentes, sea despojado de sus bienes, antes que su vida; y mayormente quando para llenarlo a la primera invación de Ambo, que no pasó del puente del Tingo, precede la fuersa, y el rigor, según el sentir de los Tes– tigos. En conformidad a esto ¿Se podrá creer, que Don Domingo Berrospi habló con acierto quanto declaró? Parece ser consiguiente, que al verlo parado en la esquina de la Plaza, ó asistir en la casa de Castillo, lo creyese seductor de Ynsurgentes, ó insurgente com los demás. En todo el voluminoso compendio de los Autos no se me
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