Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCióN DE HUANUCO DE 1812 775 puede sér mas sencilla así me parece que en el caso presente debe estarse únicamente á su exposicion y á su dicho. Por otra parte, el servicio de mas de doce años en lo militar, el pesado y mo-/. 754 v lestoso cargo de recoger los desertores y re– clutar nueva gente; todo esto tambien parece que acredita hasta el ultimo punto de evidencia su constante y sincéro amor y leal– tad á nuestro tierno Monarva. Si el se hubiese visto fastidiado del servicio, habría tomado en la revolucion sin la menor duda algun partido, que I.e hubiese podido librar de volver á el jamás. Al contrario, no hay uno que diga que lo hubiese visto en ningun puesto peligroso: él con sus reclutas es el primero que ocurre al terrible combate de la primera noche: el resguarda la cárcel: inflama por la seguridad de la ciudad los pechos de sus compañe– ros: finalmente, él escoge el partido de huir y divagar por todas partes en la mayor confucion y obscuridad, primero que presentarce a todas luces en los lugares públicos, en donde podian echar mano tal vez de él. Y qué podrá deducirse de todo esto? Precisamente ahora y siempre, y en todo caso, que la obra de la Esquela no tuvo otro ob-/.75 4 v j.eto como se ha probado (ilegible) (3 renglones ilegi– bles) aparese el exercito pacificador (roto) de mi parte en el pri– mero que con el mayor arrojo se presenta Vuestra Señoria mismo lo vió y Vuestra Señoria mismo le manda que se incorpore en ese valeroso cuerpo. Si señor tal á sido desde sus principios el grande fuego, el energico interes que animó siempre y en todas ocaciones a Moscoso. quantas, veces en su corazon no desearia otra cosa que la propia llegada de Vuestra Señoria a esta ciudad asi debe indubi– tablemente deducirse de todos sus procedimientos y conducta. Aqui es donde entrega a Vuestra Señoria en el momento la polbora y las valas que para la defenza de aquella le havia dado el mismo subde– legado don Diego García: aqui es donde lo exhibe todo conforme lo habia recibido de sus manos y podrá imajinarse jamas que un hom– bre que se porta de este modo, hubiese tenido otras intenciones en su esquela ¿de ninguna manera podr a deducirse esto nunca. Al con– trario se comvenserá que pudiendo haber él usado mal de estos me– dios no lo hiso jamas pues estos (1 renglon roto) ·

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