Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812
LA REVOLUCIÓN DE HUANUCO DE 1812 101 No hay foxa casi en todos los autos/ . que se han formado en que no encuentre a cada paso Vuestra Señoría que en Panao tenian quatro o seis jueces ( ?) "que todos los que llevaban a él providencias del Subdelegado .eran unos despotas, que en este año los habian de– jado comer, porque les quitaban sus granos con la medida, y a los precios que ellos querian: y en fin, que la muger del Subdelegado Mejorada, les hacia mil extorciones, como el de ponerlos en la carcel, asi a ellos, como a sus mugeres, y a sus hijos; quitarles sus ollas de manteca estropeandolos de palabra y obra" y otras cosas al tenor que Castillo, segun aseguran todos, las repetía en los mas grandes excesos y violencias, agregándose a mayor abundamiento el ser este y ni aun mejorada, a pesar de tener ambos crecidos repartos, el Sub– delegado (ilegible) ... dolo siempre que. quiere aquél á qualquiera pretexto de interino. Por aqui verá Vuestra Señoría lo que se hará con los Ynfelices Yndios de Paucar. Ellos no quieren por manera alguna que continúe el actual Subdelegado, por que ven y nadie les quita de la cabeza esto, que con su estada Castillo y todos los demás, han de proseguir hostilizándolos como hasta aquí yéndose el Señor Yntendente. Sin embargo de los caminos abiertos por este Señor a mí, en nada pienso yo ya menos que en interponer recurso alguno que toque esos medios. Veo que los interesados trabajan en estorbar esto, y de resolverme yo á ello, me vendría alguna grande incomodidad, como ya he empe– zado á sufrirla por solo el hecho de haber acogido en mi casa á al– gunos de los del Común ( ?) que vinieron siguiéndome para que los patrocinase en sus / 49 / justas solicitudes. Si en esto he hecho bien lo juzgarán algún día las soberanas Cortes de la Nación, á quien luego que me lo permita el tiempo y mi salud, elevaré las oportunas representaciones. Por ahora lo que desea es común es que se les permita baxar a s.eis de ellos á esa Capital, con el objeto de hablar por si mismo á Su Excelencia, é interponer los correspondientes re– cursos ante su superioridad, para los que precisamente consultarán con alguno de sus acertados Profesores, como lo juzgo. Yo como Es– pañol Americano, y también como Español Europeo; como conven– cido de las grandes hostilidades que sin duda se les han ocacionado por la maldita tolerancia de los repartos, como por el testimonio interior de mi conciencia, que me está diciendo no sea omiso en ma– nifestar á los dignos Magistrados que pór medio de su alta repre– sentación y de su celo pueden remediarlo; parece que en ello no hago sino lo que debo. Vuestra Señoría es su protector, es su Padre y Vuestra Señoría sólo puede de todo aliviarlos, como incapaz de de– jarse .por nadie corromper. Los desvelos de las Soberanas Cortes aun no bastan, como ni tampoco tantas Leyes promulgadas desde
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