Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

86 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Ante dicho señor Alcalde, la parte de los electores presentó por testigo al Doctor Don Francisco Sotomayor y Galdos, Abogado de esta Real Audiencia, de quien su Merced por mí el E_scribano le recibió juramento que lo hizo por Dios Nuestro Señor y por una señal de Cruz, según forma de Derecho, so cargo del cual ofreció decir verdad de lo que supiere y preguntado, y siéndolo al tenor del escrito en que se ofrece esta sumaria, dijo: Que el declarante no se halló presente al primer instante, en que se instaló la Jun– ta Parroquial, la qu ya lo había nombrado por uno de los escru– tadores de ella, pero que a poco intervalo de tiempo entró al general del Convento de nuestra Señora de Las Mercedes, donde se hallaba congregada y lo habían mandado llamar, y advirtió es– tar poseído de sumo júbilo y de tranquilidad inalterable. Inme– diatamente pidió el pueblo saliese la Junta al primer patio de di– cho Convento, cuya voz fue atendida por el muy ilustre señor Pre– sidente y concurrentes, quienes se condujeron incontinenti al lugar referido en el que con la misma serenidad se dió principio a la votación de electores, siendo el digno Jefe de esta ciudad el pri– mero que manifestó al declarante a su compañero y secretario de votos en cuyo acto se oyó una voz general que instaba por la con– ducción ante dicha Junta. de los doctores Don Rafael Arellano y Don Manuel Borja, presos en la actualidad en distintos calabozos de este cuartel, a la que no accedió el señor Presidente, cuya res– puesta dió lugar a que el Congreso se alterase pidiendo con fervor la conducción de dichos presos y de su causa, que aseguraban ser muy injusta y protestaban en caso contrario no oponerse al castigo de aquéllos. Mas el señor Presidente tomando la palabra manifestó estar causados criminalmente como reos contra Dios, la Religión, el Soberano y la Patria, a lo que contestaron muchos de los concurrentes estar su Señoría muy mal informado por sus áu– licos "y asesores siniestros y ocultos, que abusando de su buena fe, sinceridad de ánimo, y de sus rectas intenciones le sugerían las ideas que les dictaban sus pasiones, sin miedo de la responsabi– lidad; que en este estado el señor Teniente Asesor Doctor Don Pe– dro López de Segovia aquietó a los que se enfervorizaban fundan– do la denegación de la libertad de los presos por no ser aquel el lugar ni tiempo de determinarse semejante solicitud, y que al se– ñor Juez de la causa era piivativa cualquiera deliberación; que dicho Teniente Asesor no se apartó de la inmediación al Jefe desde el principio en que la Junta se trasladó al patio hasta que todo este acto se apaciguó, como lo advirtió el declarante por hallarse tam– pién inmediato al mismo Jefe. Que duró algún tiempo mutuas al-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx