Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 87 tercaciones, las cuales se cortaron con Ja anuencia del señor Pre– sidente a Ja solicitud común, persuadido por el citado Teniente Asesor, por el Doctor Paliza y por otros, que llenos de respeto Je expusieron las causas que creían justas; entre ellas la indemni– dad que le resultaba con la fianza del Az, o de cárcel segura que otorgasen por los presos, lo que le advirtió el declarante por la circunstancia del suceso. Que allanado el esclarecido señor Presi– dente pidió dicha fianza la que giró al declarante y leída al pueblo de consentimiento de aquél fue repudiada por carecer de la cláu– sula en que los fiadores se obligasen a nombre del pueblo, y co– mo representantes suyos, instando se extendiese otra con este re– quisito, como se extendió y la suscribieron los señores Tenientes Coroneles Don Domingo Rozas, Don Martín Valer y Don Juan José de Olañeta, si mal no se acuerda: En el intervalo de estos actos advirtió el declarante que la mayor parte de los que se hallaban en el patio y en los ángulos superiores, salían diciendo iban a traer los presos si se negaba la orden, la que también se exten– dió por el declarante, y de licencia de su Señoría se leyó a la par– te del Congreso que quedó allí, que con ella fueron a conducir a los referidos presos, quienes se presentaron allí con la mode– ración debida a tan recto Juez, y a tan respetable Junta, y aun– que el Doct01~ Arellano principió a exponer y aun el Doctor Bor– ja las intrigas y nulidades con que estaba viciada SU¡ causa, fue interrumpido . por varios sujetos, especialmente por el señor Te– niente Asesor Segovia, quien aún permanecía a Ja inmediación del señor Presidente, Escrutadores y Secretario conducta que calmó el corto rumor que aún se oía, como también el júbilo que el primero manifestó de la libertad de ambos significando dicho señor Presidente la satisfacción que tenía de que el pueblo pidiese por éstos dando a entender quedaba de este modo asegurado de los cargos que podían hacerle otros, a quienes acaso disgustase este proceder suyo; que ya no se trató sino de girar documentos de habilitación para las presentes elecciones, a favor de ambos doctores que pedían incesantemente los ciudadanos, o su mayor parte los que también se expidieron por el declarante y se leye– ron a la faz de todos a petición común y de consentimiento del señor Presidente, a quien lo colmaron de justos elogios y de acla– maciones las más enérgicas cuantos pudieron expresar su voluntad después de que ejecutaron este rasgo de gratitud los libertados pre– sos, y en seguida se procedió a la votación de electores, conti– nuando en la que tenía principiada el señor Presidente, y sucesiva– mente los demás, expresando sus sufragios por viva voz o por

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