Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUC!ON DEL CUZCO DE 1814 89 ante su Merced al Doctor Don Antonio Otazú, vecino de esta ciu– dad de quien por mí el Escribano le recibió juramento que lo hi– zo por Dios Nuestro Señor y por una señal de Cruz según forma de derecho so cargo del cual ofreció decir verdad de Jo que su– piere y fuere preguntado, y siéndolo al tenor del escrito presen– tado por dichos señores, dijo: Que como parroquiano de la Ma– triz se dirigió el domingo siete del corriente mes a cosa de las nueve de la mañana al Convento de Nuestra Señora de la Mer– ced, lugar destinado por los bandos y carteles del Gobierno para la reunión de la Junta que debía nombrar los cinco electores que le correspondían. Que habiendo ocupado el muy ilustre señor Presidente, su Teniente Asesor y los primeros concurrentes el ge– neral de dicho Convento, procedieron a la elección del Secretario y escrutadores en las personas de los licenciados Don José Cáce– res, Don Toribio de la Torre y Don Francisco Sotomayor y Gal– dos, todos abogados de esta Real Audiencia. Que en este estado advirtiendo el pueblo que dicha pieza del general, sin embargo de su dilatado ámbito, no era suficiente para la multitud del con– curso, pidió que saliesen al patio principal, a lo que accedió su Señoría, y estando para empezar la votación se oyó una voz gene– ral, y un clamor repentino del pueblo, pidiendo que compareciesen en la Junta los dos abogados que se hallaban presos en el cuartel, para que se supiese la causa de su prisión, pues habían pasado las veinte y cuatro horas asignadas por la Constitución, pues se presumía que padecían inocentes, únicamente por malos y sinies– tros informes que algunos malévolos hubiesen hecho al Jefe, quien respondió que estaban acusados criminalmente, y repuso el pue– blo que se manifestasen los autos para el esclarecimiento del de– lito que tenían; reiterada esta instancia, dijo el señor Presidente, que habían delinquido contra Dios, la Religión, el Soberano, la Fe y la Patria; contesió el pueblo insistiendo en la libertad y compa– rendo de los presos, protestando que si eran herejes los quema– rían y si traidores los ahorcarían allí mismo, y que para mayor se– guridad ofrecía constituirse fiador del haz todo el pueblo congre– gado, y en calidad de representantes suyos firmaron el correspon– diente documento los caballeros Don Martín Valer, Don Juan José de Olañeta y otro individuo que no tiene presente, bajo de cuya se– guridad convino el señor Presidente en la libertad solicitada, y apenas percibió el pueblo el allanamiento de su Señoría, cuando se dirigió al cuartel a sacar y conducir a los dos presos doctores Don Rafael Ramírez de Arellano y Don Manuel Borja, en cuyo in– termedio expidió el señor Presidente por escrito la orden respec-

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