Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 91 del escrito presentado por dichos señores, dijo: Que el día siete del que rige asistió el declarante al Convento de la Merced como uno de los ciudadanos congregados a votar por los cinco elec– tores que cupo a la Matriz, y hallándose el señor Presidente a la cabeza del concurso fue el· declarante aclamado por Escrutador en primer lugar y en segundo el Doctor Don Francisco Paula Gal– do y por Secretario el Doctor Don José Cáceres, igualmente Secre– tario interino de la Presidencia, y aunque hubo unos dos o tres que se opusieron a estos nombramientos, sin embargo por dos ve– ces los volvieron a reclamar, y antes de proceder a la votación, se levantó por todos los ciudadanos con el mayor tesón y fuego la voz de que querían que saliesen los dos reos Doctor Don Rafael Arellano y Don Manuel Borja respecto de que estaban instruidos e íntimamente persuadidos de que eran inocentes y se les había fra– guado una causa injusta por las negras intrigas del Secretario Don Agustín Becerra a las que habían cooperado los señores Oidores, y que así saliesen porque hacian falta en la votación; su Señoría se mantuvo indeciso y el pueblo proclamaba la libertad tanto que fue preciso traer una campanilla para que a su sonido silenciasen y estando en quietud expresó su Señoría que eran reos contra el Rey, contra la Religión y contra Dios, y volvió a responder el pueblo que estaba engañado el señor Presidente con los torcidos conse– jos del indicado Becerra y sugestiones de los señores Oidores, y tanta fue la gritería que ya ni el sonido de la campanilla se oía; mas el señor Asesor Don Pedro López de Segovia fue el que con prudencia y sagacidad los contenía y les hacía entender que era muy prudente el proceder con orden y acatamiento al Jefe en su solicitud; en este estado el declarante le advirtió a su Señoría que llamase al Asesor de la causa que lo era el abogado Don Lucas Ma– nuel Esquinigo, y que éste expusiese en alta voz a los concurren– tes su naturaleza y circunstancias para que se aquietasen, lo que se verificó; pero apenas profirió una que otra razón balbuciente, cuando le dijeron que era un bruto, ignorante, y que saliese in– mediatamente de allí, esforzando siempre la voz de la libertad de los reos, ofreciéndose muchos a ser fiadores de ellos a cuya pro– puesta le advirtió el dicho Doctor Galdo al señor Presidente que quedaba resguardado con la indicada calidad; pero es de notar que en el intermedio de estas contestaciones ya se había largado la mayor parte de los concurrentes a extraerlos del cuartel; mas allanado el señor Presidente a largarlos bajo de la fianza que pro– metió el pueblo pidiendo que se otorgase y la suscribiesen los in– dividuos que quisiesen. A nombre de él, largó la orden su señoría

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