Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 93 desorden, cómo que efectivamente no lo hubo, y en señal de que no procedían de mala fe los circunstantes se llegaban muchos de los que podían con ahínco, y decoro al señor Presidente, y le daban las debidas gracias por tan laudable beneficencia, expresándose de que era humilde, de buen corazón y amante a la justicia, enemigo de la opresión del inocente, que sólo sus áulicos lo prevertían: en fin, después de recibir todos estos naturales elogios, procedie– ron a entregar sus votos los ciudadanos, y otros a dictarlos pú– blicamente con la mayor serenidad, paz, quietud y sosiego, todos rebozando alegría y contento, durando esta operación hasta las nueve de la noche, en cuya hora se concluyó, saliendo los electores a pluralidad de votos como consta de la acta, y se retiró su Seño– ría con un concurso de gente acompañándolo hasta su casa, y di· ciendo en alta voz: Viva nuestro ilustre Jefe. Viva la sabia Cons– titución . Viva la buena Justicia. Viva y vivan los dignos electo– res; acaso ratificando su voluntaria y libre votación. Por último añade el declarante, que oyó decir que los otros reos criminosos que estaban en el cuartel, pedían a los concurrentes los librasen también a ellos, y les contestaban: no amigos, vosotros sois de– lincuentes, éstos que llevamos son inocentes. Así, pues concibe el declarante penetrado de la notoriedad de estos pasajes, que todos los ciudadanos estaban de buena fe, y no pretendían cometer el menor exceso, atentado, ni desacato, de suerte que el Cusco en dicho día, diú a conocer que su espíritu era muy adicto y apega– do a las ¡1utoridades, reverente a las leyes, y enemigo de hacer mal a nadie, y no tener antipatía ni oposición con los europeos, quienes con el mayor entusiasmo y fuego también reclamaron la libertad de los reos, en prueba de ello sacaron a tres de ellos por electores, y según dicen, piensan a muchos de ellos incorporarlos en el nuevo Cabildo. Observa, asimismo, el declarante que el lu– gar está en la mayor quietud, sin rugirse especie que pueda decir oposición a las autoridades. Que esta es la verdad so cargo del juramento que tiene hecho, y que la estrechez del tiempo no le ha dado lugar a individualizar algunas otras cosas que ocurrieron dignas de notarse; pero que en lo sucesivo si se tratase de mayor información estaba pronto a exponerla, y siéndole leída esta su declaración de principio a fin, se afirmó y ratificó en ella, expresó que no le comprenden las generales de la ley, y la firmó con su Merced por ante mí, de que doy fe. Rozas.- José Toribio de la Torre.- Ante mí: Mariano Meléndez Paez, Escribano de su Ma– jestad Público y Notario Mayor.

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