Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 101 ni aun en el orden con que estaban en las papeletas; pero luego que se verificó el arresto de dichos letrados y aspiraron a más que fue a ponerlos en libertad; y así es que el primer paso des– pués de reunida dicha parroquia fue pedir ésta, conmovida por unos cuantos del complot, la libertad de los presos; se detuvo un poco en contestaciones de prudencia el Gobierno Brigadier Don Mateo Pumacahua, y lo insultaron con escándalo; pasaron luego en número como de dos mil hombres al cuartel en .donde se ha– llaban los reos, atropellaron la Guardia de Prevención, y rompie– ron las rejas de las habitaciones en que estaban y los llevaron, como en triunfo a la Junta Parroquial nombraron elector al Le– trado Borja, y el día 24, el Síndico Procurador al Letrado Arella– no despreciando estos faccionarios lo prevenido por S.M. en la Constitución Política en el caso 5? del Art. 25, por cuya publi– cación tanto ansiaban para atropellarla. El objeto, señor, ha sido formar un Cabildo Constitucional a su modo, no deteniéndose para ello en ningún medio, lo que han logrado persuadidos de que el pueblo protegería sus atenta– dos, no han cesado de insultar a todas las autoridades, señalada– mente al Gobierno, y a este Tribunal excitado siempre el Cuerpo Municipal por el Síndico Arellano: La prudencia y la necesidad uniformaron la conducta de las autoridades por cuyo medio se pudo evitar la catástrofe a que al parecer aspiraban. Este es el Síndico Arellano, que con el recurso citado atenta nuevamente a este Tribunal e insulta la moderación del Doctor Rodríguez, destinado por él provisionalmente para desempeñar la Relatoría de la Sala, nuevamente instalada, sobre lo que no se ha determinado esta Real Audiencia a tomar ninguna providencia, esperando que para que no se desorganice esto, se sirva tomarla V. A. separando de ella a este Síndico tan ignorante, como ocaso y antipatriota; con lo que escarmentaron algui;ios pocos de sus mismas ideas, cuya conducta arriesga cada día el buen orden, y sosiego de esta Capital, en cuyo caso disfrutaran sus habitantes la tranquilidad a que son acreedores. El Gobierno tampoco ha dadó providencia alguna en el pro– ceso, desde la violenta ex-carcelación de los reos, seguramente por no comprometer su autoridad tan hollada, y tal vez la tranquili– dad de un público que podía ser seducido con Ja misma facilidad, que lo ha sido en la Junta Parroquial. Ignora si ha dado cuenta a V.A. pero de cual_quiera manera, cree de necesidad urgente la providencia indicada a la que parece presta bastante mérito el citado recurso. ·

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