Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

124 MANUEL JESUS APARICIO VEGA citado. 6to. Que esta cantidad se entregó a Doña Manuela Cámara, cuñada del señor Gobernador y del señor Magistrado Don Pedro Cernadas, destinada a invertila en el gasto de los refrescos que me dieron, aun con otro dinero. 7mo. La aspereza con que el señor Gobernador contesta al Ayuntamiento negándose a suspen– der la licencia que concedió a un volatinero, como solicitó el mis– mo Síndico, unida a la denuncia referida que cita a dicho señor por autor y jefe proyectado de la conspi1·ación y a la reunión de gentes en un país poco acostumbrado a deliberaciones públicas, confunde mucho su resistencia o denegación y recomienda en alto grado la solicitud del Síndico. La precipitación con que hizo eligiesen algunos de los señore~ Capitulares a su capellán actual, sin dar tiempo a que se viese la fundación de este beneficio sin oír a ninguno de los Síndicos, que ni asistieron a tal elección, siendo el señor Gobernador el primen, que votó a favor de su ahijado, todos saben; del mismo modo que la designación de la Sala Consistorial, para la Junta Parroquial de la Matriz de Españoles, última en el año que expiró no obstan– te ser un lugar sumamente reducido, y escoltado de centinelas ar– madas, lo mismo que expusieron los ciudadanos que allí fueron, protestando no asistir a tal Junta. Ultimamente, es notorio en el Perú el laudable e inflexible contraste que ha tenido en el Ayuntamiento la detestable fal– sedad con que se ha querido suponer levantamiento, conspira– ción o motín de la ciudad del Cusco contra el resultado de los mis· mos expedientes que dicho señor Gobernador, y el que fue Alcal– de de Primera Elección han iniciado y seguido, y de los informes que a favor de éste, o ambos Síndicos Procuradores y del Agente Fiscal han dado a pesar de un término muy abreviado, el actual M. Ilustre Ayuntamiento Constitucional, el Ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis del Cusco, tres de los señores Diputados en Corte~, ambos colegios algunos de los señores Canónigos, no obstante de ser Canónigo y Rector de uno de los colegios, hermano del señor Gobernador, varios Reverendos y Prelados de las Comunidades Re· ligiosas, muchos curas párrocos de la ciudad y de fuera, el señor Mariscal de Campo Don Francisco Picoaga y otros beneméritos y dignos jefes militares, y no haber visto otra cosa en aquéllos, sino un ardiente amor a la Patria, y una inexorable adhesión al Código Sagrado de la Monarquía, siempre combatido según se ha visto por el señor Brigadier Concha, por los señores Magistrados Don Ma– nuel Pardo, Don Pedro Cernadas y Don Bartolomé Bedoya, que reunidos por relaciones personales y comunes, se dice informaron

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