Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 125 al Excelentísimo señor Virrey del Perú contra los cuatro arriba citados, que al presente se hallan los tres últimos en Lima, con el renombre de mártires de la Constitución y de la Patria. NOTA.- Para mejor inteligencia de algunas de las ocurrencias que se designan, se ha tenido por conveniente transcribir el Acta Capitular siguiente: En la Sala Consistorial del Ilustre Ayuntamiento de la Capi– tal del Cusco, en 25 de setiembre de 1813, a las diez de la mañana congregados los señores que la forman y se hallaron presentes, pre– cedidos por el señor Alcalde de Primera Elección, a tratar y con– ferir los principales ramos correspondientes al beneficio público, y cumplimiento de los deberes de su cargo, resolvieron lo siguiente: Se leyó nuevamente el recurso del Segundo Señor Síndico en el que pretendía copias certificadas de varios documentos, siendo uno de ellos el de la Acta que se mandó se extendiese en 24 de abril inmediato pasado, a consecuencia de la solicitud de los dos señores Síndicos, relativa al ningún buen desempeño que había observado el público en las obligaciones y deberes de los señores Cabildantes, principalmente de los encargados de la Policía, Salu– bridad y Economía, y que varios ciudadanos habían oído con bas– tante rubor hacer tan justas reconvenciones, alegando otras mu– chas expresiones y razones para las que argüían la responsabili– dad a sus conciencias y a sus hermanos que los eligieron para mi– rar por su prosperidad interior. Se providenció con la misma fecha, se diesen las mencionadas copias certificadas, y con vista del re– curso del citado 24 se extendiese el Acta exponiendo los motivos para que dejó de hacerse en esa ocasión. E inmediatamente dije– ron que la imperiosa influencia del Gobierno en los negocios eco– nómicos del Ayuntamiento y la directa dependencia de su autori– dad frustraba el conato y diligencia que ponían en favor de la felicidad local, pues ni el respeto de la ley podía asegurar sus ope– raciones, para que algunos ciudadanos y vecinos bien avenidos con sus abusos y corruptelas sentían su proscripción, mediante los pla– nes provisionales, estados y proyectos que se habían organizado, Y que se acogían a esas autoridades, protecciones que prometían desacreditar sus obras, extinguiendo por el terror el ardiente celo que sin equívoco manifestaron al principio de servir a la Patria, que extrañaban la acusación de los dos señores Sindicos cuando ellos eran testigos presenciales de los obstáculos y trabas que se les ponían, para ejecutar sus acuerdos, reduciéndolos a hacer unos

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