Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

136 MANUEL JBSUS APARICIO VEGA hombres para librar aquellos cuatro reos; testigo el mismo dela– tor, y nada parece. Estos sucesos precisaron al ilustre Ayuntamiento aunque de– bilitado a esforzar sus atribuciones oficiando al Gobierno. El pú– blico juzgará sobre este notorio relato, y oficios que se incluyen, y verá que el Cusco conserva su alta opinión, y aumenta su anti- . guo carácter leal. Con esto satisface el ilustre Ayuntamiento a la rPconvención del públíco y de la ley y el Secretario a lo que se le ordena. Pedro Miguel de Urbina, Secretario. Excelentísimo Señor: A pesar de haberse propuesto este Ayun– tamiento no turbar la serie de las importantísimas ocupaciones de V.E. con representaciones en orden a la defraudación de casi todas sus atribuciones, y a las repetidas vejaciones que silencio– samente ha sufrido por evitar la nota que la malicia podía impo– nerle de amante a la mutación de sus gobernantes al abrigo de V.E. y por no desacreditar a un hijo de la ciudad cuya enmienda espe– raba para gozar de la prosperidad y gloria que juzgaba tal vez seguras en su gobierno se ve precisado a desplegar los labios por la necesidad que le imponen las sagradas obligaciones que ha con– traído al ver insultada la patria por este mismo hijo que es hoy su jefe accidental sembrando con los cadáveres de sus hermanos las calles, regándolas con su sangre inocente, funestando la socie– dad con el llanto y gemidos de los que han visto rotos los tiernos y estrechos vínculos de la sangre, de la amistad, y de otros inte– reses particulares, y causando una legal consternación con tan ho– rribles catástrofes mediante sus órdenes ejecutadas en la noche del cinco del que rige, cuyos resultados deben vindicarse ante V.E. en contradictorio juicio para satisfacer a V.E. a la fidelísima y muy leal ciudad que representa esta corporación y ·a la nación que se le ha obligado a conservar y proteger la seguridad de los bienes y personas de cada uno de los individuos que la componen. Las órdenes del Jefe emanaron de una noticia que en el día citado recibió (que hasta hoy parece infundada no obstante las prolijas pesquisas que está practicando) de un tumulto meditado para asaltar en su noche el cuartel y sacar de él algunos presos; en su virtud puso a las seis de la tarde sin aviso al Ayuntamiento ni bando al público en las bocacalles de la plaza mayor en que está situado el cuartel, escoltas de soldados armados que impedían el

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