Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

158 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Eclesiástico manchado su cara y mezclándose en oponerse a la libertad mía y la del Licenciado Borja. La detención de Usía. des– pués del General para formar el mandamiento llevó con mi fer– vor pasivo la mayor porción del pueblo al cuartel de su prisión a aguardar la orden de libertad que así se retardaba, mientras la fianza que otorgó de nuestras personas el pueblo todo. En estos feroces encontraron en la Junta muchos sensatos al incesante Ase– sor Esquinigo, y hecho se le cargó de su ignorancia, temeridad y demás excesos confesó que los autos casi no los conocía que fue estrechamente juramentado para el silencio y suscripción de lo actuado y que el auto de prisión lo dictó el señor Regente don Ma– nuel Pardo y llevó la pluma en borrador el señor Ministro citado don Manuel Vidaurre. ¡Qué consultor tan autorizado! en parte dis– culpo a aquel débil letrado. Todo es público y también confirma– do con todo lo expuesto. Y si no, ¿por qué Usía. coadjutor de mis recursos se trastornó hasta el extremo? Por esos señores seduc– tores, y por Agustín Becerra. ¿Por qué tanta infracción de la Cons– titución en los autos y tanta nulidad a que no se atrevería ningún Letrado? Porque estaba seguro y escudado el expediente en los señores prevaricadores que como autores j ustificarían todo en la apelación? Por qué se avanzó el señor Fiscal a una acusación tan escandalosa? Por qué sólo sus compañeros acomplotados podían ase– gurarlo y persuadido conociendo el carácter que tuvo en Tarma? Por qué Usía. se separó de su Teniente Asesor puesto por el Rey sin recusación ni causa, nombrando lo más desdichado del cuerpo de abogados? Porque Esquinigo, sólo podría y pudo tolerar la preva– ricación y dirección de aquellos señores porque este solo pusiláni– me no podría recibir, y porque este solo débil se llevó de las ofer– tas de la mejor subdelegación, según se dice. ¿Por qué tanta con– juración de aquellos señores contra mí? Por qué el señor Pardo desairador mio ha sido siempre declarado contra mí? Por la for– taleza que he manifestado en m i empleo y porque aborrece al que no es adulador y al que no se dirige por él. Porque el señor Vidau– rre agraviado de haber con entereza y como abogado tenía parte en la dirección de una demanda que le puso uno de sus muchos acreedores me hizo el objeto de su venganza, protestada porque este mismo está poseído del espíritu de revolución pública en la función de recepción de Presidente del digno señor Brigadier Don Martín de Concha, desde desacordado de su razón manifiesta su carácter. Porque a ninguno de estos ha podido gustar la constitu– ción, por lo que hoy aun las mujeres y comensales se burlan y ríen por calles, plazas e iglesias de todo ciudadano adicto a la consti-

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