Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 235 ochocientos catorce y en fe de ello lo firmo. Mariano Meléndez Páez. OFICIO. - Por órdenes de este Gobierno y del Excelentísimo señor Virrey del Reino, vamos a trasladarnos a la Capital de Lima a disposición del Gobierno Superior. Yo como Alcalde Constitu– cional de Primera Elección del año próximo pasado; el Agente Fis· cal Doctor Don Agustín Ampuero; el Primer Síndico del Ilustre Ayuntamiento Doctor Don Rafael Ramírez de Arellano y el Doctor Don Francisco Galdo, Segundo Síndico absuelto. Parece se nos ha imputado el haber ofendido Ja salud pública y tranquilidad de es– ta ciudad, cuando es público y notorio que hemos concurrido a formar, conservar y aumentar esa recomendable tranquilidad, ob– servando en lo particular una arreglada conducta, y en el desem– peño de nuestros ministerios públicos la mayor exactitud en ob– sequio de la ley, de la justicia y demás resortes del bien y felicidad común. Y conviniéndonos el llevar constancia de esto, suplico a Vuestra Merced, por mí y por los demás interesados, que a con– tinuación se sirva informar o certificar con la verdad que le es característica cuanto sepa por razón de su ministerio y que le cons– te de público y notorio. Dios guarde a Vuestra Merced muchos años. Cusco, enero catorce de mil ochocientos catorce.- Martin Valer. INFORME. - Señor Doctor Don Santiago Ortega, Cura pro– pio de la I?octrina de Ayaviri. El Bachiller Don Santiago Ortega, Cura propio de la Doctrina de Ayaviri, certifico en cuanto puedo y ha lugar en derecho, cómo he conocido la persona del señor Coronel Don Martín Valer desde los primeros años de su juven– tud con ocasión de haber sido uno de los alumnos del Real Cole– gio de San Antonio Abad, desde aquel entonces se ha observado en él una conducta tan particular, que sobresaliendo de la común y regular que hacen los hombres de bien, ha podido colocarlo en la clase. de los mejores vecinos y el más honrado miembro de Ja República en cuya atención habiéndose encargado a su cuidado algunos cargos concernientes al servicio del Soberano y del pú· blico, los observó con la mayor escrupulosidad y pureza, lo que también pudo contribuir sin duda alguna a que en el año pró'– ximo pasado fuese justamente elegido por Alcalde de Primer Voto del Ilustre Ayuntamiento en cuyo Jaboriosísimo ministerio se pro– puso a seguir con igual constancia, que celó los trámites de Ja más recta administración de justicia, amor a la patria, y conserva-

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