Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
238 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Ayuntamiento Doctor Don Rafael Ramírez de Arellano y el Doctor Don Francisco Galdos, Segundo Síndico absuelto. Parece se nos ha imputado el haber ofendido la salud pública y tranquilidad de esta ciudad cuando es público y notorio que hemos concurrido a formar, conservar y aumentar esa recomendable tranquilidad, ob– servando en lo particular una arreglada conducta y en el desem– peño de nuestros ministerios públicos la mayor exactitud en ob– sequio de la ley, de la justicia y demás resortes del bien y felicidad común. Y conviniéndonos el llevar constancia de esto, suplico a Vuestra Merced por mí y por los demás interesados que a conti– nuación se sirva informar o certificar con la verdad que le es ca– racterística cuanto sepa por razón de su Ministerio y que le cons– te de público y notorio. Dios guarde a Vuestra Merced, muchos años. Cusco, enero catorce de mil ochocientos catorce. Martín Valer. INFORME. - Señor Doctor Don Andrés Bornaz, Cura propio de la Doctrina de Santa Rosa. Cusco, enero quince de mil ocho– cientos catorce. Si la justicia cuyo objeto es el descubrimiento de la verdad exige de suyo independiente de insinuación la publica– ción de su fama, mucho más cuando se trata de indemnizar un cuerpo agraviado, cuya reposición depende de la legalidad de sus principales individuos que reclaman por su justificación. Bajo es– te principio y en obsequio de la verdad debo informar o certificar como lo hago con proporción a los límites que. me franquea el derecho. Conozco y los he tratado a los individuos el Teniente Coronel Don Martín Valer Alcalde Constitucional del año próxi– mo pasado; el Agente Fiscal Doctor Don Agustín Ampuero; a los Síndicos Doctor Don Rafael Ramírez Arellano y Doctor Don Fran– cisco Galdos, todos ellos dignos empleados de público y notorio. El primero de una conducta nada vulgar, pacífica, sagaz, liberal y equitativa, virtudes con que se ha atraído las voluntades de los Señores Presidentes, Gobernadores y demás magistrados, de los malos y de los buenos, de los grandes y de los chicos; y, última– mente, jamás he oído una queja la más leve que vulnere a su honor de cuyos particulares será más fiel testigo el actual digno Gobernador el señor Brigadier Don Martín Concha, cuya íntima amistad la ha observado el público sin la menor alteración por es– pacio de más de treinta años, hasta mediados del año de mil ocho– cientos trece próximo pasado, en que se vieron ambos empleados a la cabeza de esta noble y fiel sociedad, de suerte (según con– cepto del pueblo) que no mediando estos empleos no habría acero
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