Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

244 MANUEL JESUS APARICIO VEGA fuerzo al serv1c10 de la Corona, sin perdonar comisión, acción que se les haya confiado. Estos son Jos delatados, a quienes sus propias operaciones los ponen a cubierto de su honor, y se podrán posponer a éstos a Ja verdad unos hombres perjuros y causados que no pueden dar más prueba que su dicho? La que me ha he· cho despreciable el asunto desde su principio. Vamos a lo acae– cido en la noche del cinco de noviembre; esta ciudad como todas es movida a Ja curiosidad al mismo tiempo se halla muy entusias· macla en el servicio al Rey y odia a los del Río de la Plata por los estragos que han hecho en sus parientes, padres, amigos, deudos y bienhechores, que sólo bastará una pequeña voz, o alarma falsa de que entran, para que conmovido el pueblo se alborote todo y salga a Ja defensa. No es la pr imera vez, que ha sucedido, pues el veinte y nueve de setiembre del anterior año pasado, hallándose el Gobierno en el señor Don Manuel Pardo, se acopió todo el pue· blo por una voz vaga, de que el enemigo dentraba y estando las plazas llenas se retiraron luego que quedaron desengañados. Otro tanto sucedió Ja noche del cinco, que corrieron dos voces vagas; Ja una de que aquella noche sacaban a Jos r eos y la otra de que el enemigo dentraba. Cada una por la respectiva noticia marchó no a asaltar el cuartel como se dijo antes sí a socorrerlo, pues para lo primexo era preciso fuesen armados, y en disposición de guerra, pero unos hombres, que aun el zapatero no llevaba su lesna, cómo podremos ercer que fuesen a una empresa tan ardua, como la de asaltar un cuartel que estaba sobre las armas; Jos otros fueron movidos de la curiosidad a ver como salían los reos; éstos que aun cuando salen por la mañana llevan un acompañamiento de la gente popular aunque sean extraños, ¿por qué no nos per· suadiremos a que la Junta de la noche del cinco hubiese sido pre· cisamente por alzamiento o saqueo que hubiese querido hacer? Parece que cuando el asunto sucedido siempre en la gente popu· lar igual no hay mérito para denigrar unos vasallos que a expen· sas de su sangre y vecina de sus casas, hao sabido sostener el mando de ambos virreinatos. Esto es público del primero al úl· timo en la comprensión de ambos virreinatos lo declaran, y que a l presente se hace constante. Por lo que me parece una ternera· ria y escandalosa imputación y digna esta ciudad de que se le dé la satisfacción que corresponde de una tan negra nota que apa· ña sus pasadas y presentes glorias. El comparendo a Vuestra Mer ced, a los dos Procuradores Síndicos y al Defensor de la ju· risdicción hace ver que sin duda han sido reputados, como los que han promovido y sostenido el figurado alboroto. Los pape-

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