Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 259 mo Alcalde Constitucional de Primera Elección del año próximo pasado, al Ayudante Fiscal Doctor Don Agu~tín Ampuero, el Pri– mer Síndico del Ilustre Ayuntamiento Doctor Don Rafael Ramí– rez de Arellano y el Doctor Don Francisco Galdos, Segundo Sín– dico absuelto. Parece se nos ha imputado el haber ofendido la salud pública y tranquilidad de esta ciudad, cuando es público y notorio que hemos concurrido a formar, conservar y aumentar esa recomendable tranquilidad, observando en lo particular con la arreglada conducta y en el desempeño de nuestros ministerios públicos la mayor exactitud en obsequio de la ley de la justicia y demás resortes del bien y felicidad común. Y conviniéndonos el llevar constancia de esto, suplico .a V. S. Ilustrísima por mí y por los demás interesados que a continuación de ésta se sirva infor– mar o certificar con la verdad que le es característica cuanto sepa por razón de su ministerio, que le conste de público y notorio. Dios guarde a V. S. Ilustrísima, muchos años. Cusco, enero 14 de 1814. Martín Valer.- Ilustrísimo Señor Doctor Don José Pérez y Armendáriz, dignísimo Obispo del Cusco. DECRETO. - Cusco, enero catorce de mil ochocientos catorce. Certifíquese por nos a continuación. Así lo proveyó, mandó y fir– mó su Señoría Ilustrísima el Obispo mi Señor de que certifico. El Obispo.- Mariano Ortiz, Pro-Secretario . Informe del Señor Ilustrísimo Obispo del Cusca. Nos el Doctor Don José Pérez Armendáriz, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo del Cusco, del Con– sejo de su Majestad, etc. Certificamos en cuanto podemos: Que esta ciudad se mantiene en una perfecta paz y tranquilidad sin que este don del cielo lo haya perturbado en el tiempo de nuestro go– bierno ningún individuo, de nuestra amada grey, por lo que ince– santemente rendimos al Todopoderoso las debidas gracias y le su– plicamos lo conserve por su piadosa dignación. Por especiales mo– tivos, hemos tenido íntima conocencia del Teniente Coronel Don Martín Valer y del Doctor Don Agustín Ampuero, y no podemos menos de asegurar haber advertido en ellos desde su niñez una conducta arreglada y ejemplar en su vida privada y en los em– pleos públicos que han ejercido una integridad y celo por la jus– ticia y bien común que, según se nos ha ihformado de público y
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