Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

262 MANUEL JESUS APARICIO VEGA sumergirse en su antiguo abatimiento al ver frustradas las bené– ficas ideas de ese libro inmortal. Allí diría, en fin, que éste ha tenido el mismo éxito que se ha visto en el mundo en las más grandes obras de Ja naturaleza y de la gracia; de aquellas en los descubrimientos más útiles que ha hecho el humano ingenio, y que han procurado desvanecer y entorpecer los genios preocupados de que abundan el orbe; de esta manera, en la fundación, conser– vación y propagación de la Santa Igles ia que ha tenido y tiene tantos enemigos, cuántos insensatos quisieran aniquilarla y ener– var sus divinas leyes para dejar correr sin freno el desbocado ímpetu de sus pasiones. De que resulta que así como los heroicos defensores de esta excelsa Madre han padecido siempre las mayo– res persecuciones, así también ahora padecen y padecerán los de– .fensores de aquella soberana Constitución, admirable protectora de la libertad civil. Ya lo estamos viendo verificado en los cuatro individuos que pueden llamarse protomártires de la Patria, en cu– yo favor debo también hablar no menos en obsequio de la ver– dad que en el de su justa solicitud, ellos dejaron a la posteridad un generoso ejemplo de su fiel patriotismo, y constante adhesión a las leyes del reino; allá en los más lejanos tiempos de lo futu– ro se dirá con emulación que hubo en el gran Cusco un Alcalde Constitucional, dos Procuradores Síndicos, y un Agente Fiscal que, arrostrándose a los mayores peligros de su personal subsistencia, supieron defender la existencia política de la Patria, y solicitar la más exacta observancia de las leyes. Sus apreciables nombres ya quedaron grabados en Ja indeleble memoria de sus compatrio– tas, como .:n las minas de bronce. Sus virtudes cristianas y pri– vadas los han adornado, de suerte que les dan el verdadero ca– rácter de ciudadano español. Por éstas y por aquéllas deben hon– damente esperar y confiar en la protección del Altísimo Supremo Vindicador de la inocencia y en Ja notoria justificación del Exce– lentísimo Señor Virrey de estos reinos que bien informado con su escrupulosa penetración de la arreglada conducta de estos su– jetos y de la invariable fidelidad del Cusco, hará que disipadas las negras nubes que intentan oscurecer su esplendor y brillo se restituya su honor empañado . En cuanto a los sucesos recientes que acaso han dado margen a la maledicencia y a las intrigas na– da puedo decir que me conste de positivo, porque hacen cuatro meses, que estoy retirado de la ciudad al sencillo y rús tico em– pleo de cultivar este mi cañaveral, donde resido para procurar la subsistencia de mi familia, esperando entretanto se despache Y habilite para mi dudoso viaje a la Corte que habría sido efectivo

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