Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

264 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Doctor Don Francisco Galdos, Segundo Síndico absuelto: Parece se nos ha imputado el haber ofendido la salud pública y tranquilidad de esta ciudad, cuando es público y notorio · que hemos concu– rrido a formar conservar y aumentar esa recomendable tranquili– dad, observando en lo particular una arreglada conducta, y en el desempeño de nuestros ministerios públicos la mayor exactitud en obsequio de Ja ley, de la justicia y demás resortes del ;bien y felicidad común. Y conviniéndonos el llevar constancia de esto, suplico a V.M. y señores Catedráticos de ese Real Convictorio por mí y por Jos demás interesados que a continuación se sirvan informar o certificar con la verdad que les es característica cuan– to sepan por razón de su ministerio y les conste de público y no– torio. Dios guarde a V.M. muchos años. Cusco, enero doce de 1814. Martín Valer. Señor Vice-Rector del Real Convictorio Doc– tor Don Miguel Orosco y señores Catedráticos. Informe de los Catedráticos del Real Colegio de San Bernardo y de su Regente y Vice-Rector, hoy digno Diputado en Cortes por la Provincia del Cusco. Por ser constante, público y notorio, por vía de informe, o en forma que más haya lugar en derecho, decimos: Que Jos suje– tos contenidos y nominados en el precedente oficio en los car· gos y ministerios públicos que han ejercido, el primero de Al· calde Constitucional de Primera Elección, el Segundo de Agente Fiscal, el tercero de Primer Síndico de este Ilustre Ayuntamiento y el cuarto de Segundo Síndico se han desempeñado del modo más satisfactorio para esta ciudad con la más decidida adhesión a la ley, puntual y exacta contracción a sus respectivos deberes, sana intención en sus decisiones y recursos que han hecho y promovi· do, llevados según se dice públicamente de un entusiasmo fervo· roso que Ja nueva Constitución Política de nuestra Monarquía Es· pañola ha excitado en ellos sin que un fervor de esta clase hu· biese hecho que en éstos se observasen esos transportes que pue· dan turbar la tranquilidad pública de esta ciudad, que se halla tan radicada con ella, que a pesar de las críticas circunstancias del tiempo no se ha alterado en lo más leve; pues ni una u otra ocurrencia que Je ha sobrevenido ha sido capaz de trastornar en sus vecinos el amor a las leyes, la subordinación a sus auto· ridades, y la sumisión respetuosa a las órdenes de ésta, de donde ha resultado que vean todos y observen en ella esa recomen· dable tranquilidad fomentada, conservada y promovida en mucha

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