Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 279 tal conducta no pueden ni quieren rendir su carácter al de la So– berana Constitución. Pero en orden a mi conducta, honor, adhesión a la ley fun– damental y meritorio desempeño en mis deberes, no son clandes– tinas precarias .ni por pura lisonja las defensas y apologías que de mí han hecho a más de las referidas y documentadas en el mo– mento mismo de mi abatimiento por la ruidosa llamada que hizo este Virrey de Lima a mí y los citados compañeros; aterrado el Cusco, a vista del Brigadier Concha que todo es amenaza, despo– tismo y muerte, abatidos los vecinos, sin libertad las corporacio– nes; en este estado expone la ciudad lo que por la fuerza y honor de la verdad no le es posible ocultar. Sobre las certificaciones de los escribanos, se hace una declaratoria judicial de mi conduc– ta particular y pública, y que he afianzado la tranquilidad y orden público. El Ayuntamiento Constitucional, a pesar de la fuerza con que a cada momento es amenazado, informa mucho y aun dice po– co. Es notable el informe del Reverendo y juicioso Obispo del Cusco. Su Provisor, Primer Diputado para las presentes Cortes, el tercer Diputado Don Cayetano de Ocampo y el Suplente Doctor Don Manuel de Borja, con la dignidad, verdad y mérito personal que los puso en esa alta representación, ya que no han podido apro– ximarse al soberano Congreso por los capciosos medios de la ar– bitrariedad del Cusco para delinquir a su salvo, han expuesto lo mismo que expondrían y autorizarían en el solio. El oidor Don Manuel Vidaurre, a pesar de no serme adicto detesta la sorpresa y desaforamiento con que soy llamado. El Colegio Seminario de San Antonio, sin embargo de estar al respeto de su Rector her– mano carnal del Brigadier Concha, el Real Convictorio de San Bernardo, los Prebendados de carácter, los prelados y padres dig– nos de las religiones, algunos curas de aquella ciudad y varias de sus doctrinas con algunos Jefes y oficiales militares confunden el proyecto de la malicia y despotismo y condenan su conducta. No prueban únicamente, demuestran sí la generosidad, humildad, y fidelidad inalterable del Cusco, manifiestan que yo soy el héroe, el protomártir y el defensor de la Constitución, de la paz, de la justicia y del buen orden, como respectivamente y en su caso los otros tres conmigo llamados e injuriados, extrañando tal pro– cedimiento. No debo puntualizar más cuanto acompaño en testi– monio todo lo expuesto bajo el número cinco y estoy cierto de que V.A. S. fijará su atención en asunto que parece ser de trascen– dencia. Con igual testimonio y solicitud oportuna reclamando tam-

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