Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

.\: • 1 LA REVOLUC(ON DEL CUSCO DE 1814 305 . · patriación en .el Informe reservado de aquellos señores fundado en sospechas, ideas y expre$iones irreconciliables. Ambos extre– mos penetró muy bien el señor Fiscal :que visto este Informe y de– más papeles no solicitó en su tan prudente como benéfico dicta– men de 25 de diciembre mi comparendo ante la integridad de V. E., porque ·de proponerlo impugnaba el justificado que expre– só el 9 del mismo y los informes del señor Gobernador del Cusco, que no había vertido una palabra contra mi honor antes, ni al solicitar en 26 de noviembre la separación de aquella ciudad pa– ra algún tiempo únicamente del Alcalde Don Martín Valer y del Agente Fiscal Doctor Don Agustín Ampuero en cuyas competen– cias ventiladas con dicho señor Gobernador no dijo hubiese yo tenido la menor parte como ·no la tuve del mismo modo que en las gestiones para las reuniones constitucionales que a solicitud de mi compañero el Síndico Primero Doctor Don Rafael Arellano agitó al mismo Alcalde ante aquel señor Gobernador que se quejó de ellas, a V. E. en su reservado informe de lro. de enero últi– mo, y aunque en él vierte por una vez el principio de que esas gestiones agitó el Alcalde Valer, a instancias de los dos síndi– cos Arellano y Galdos, es una equivocación que si tan claramen– te no desapareciera del contexto del mismo informe, de todos los documentos que con él acompaño de fs. 34 a fs. 58, de sus oficios anteriores del informe de la Excelentísima Diputación Provincial del Cusco, a fs. 61 y de mi ausencia de la ciudad, que consta del expediente acaeció en los días en que se agitaban las citadas reu– niones, argüiría con el señor Gobernador un espíritu de aversión, de falsedad, y de una condescendencia criminal con quienes se pro– pusieron calumniarme. No pór esto repruebo, ni justifico las dili– g~ncias promovidas por los doctores Ampuero y Arellano, ni es de mi resorte tratar de ellas. La enunciativa de que yo era uno de los principales jefes de obra que obligaban a poner sus firmas en las representaciones de algunas corporaciones a fin de destruir el buen concepto del señor Gobernador Don Martín Concha y Jara no la han probado los señores que la profieren y es improbable. Porque no han probado, ni aun designado, cuáles sean esas re– presentaciones, no las han convencido de reprehensibles o dolo– sas como las denominan. No pueden hablar de las del Ayunta– miento, pues (sin presentar recuerdos odiosos) no han acredita– do hasta hoy en forma, y ante Juez Competente de culpable o delincuente, alguno de ellos, y cuando esto se verificase, nadie ignora el método prescrito de castigar una corporación, una co– munidad, un cabildo; todos saben la parte que un Síndico tiene :':· ·

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