Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 307 gítima por defecto del libelo, del Juez y del acusador, de la causa, del fin y del motivo, inadmisible, por consiguiente, como fácil– mente demostraría, si no me fuese sensible tratar a unos señores ·en quienes siempre he respetado, y respeto un Superior, un pa– dre, un magistrado bajo el odioso aspecto de acusador que ellos mismos han tomado y si no fuese el más enérgico apologista de mi inculpabilidad el mismo proceso . En él se buscan delitos pa– ra expatriarme, y sólo se alegan ideas ajenas, para tres señores que según legal acepción no son sino un acusador , que me deno– minan revolucionario, se presentará muchos y muy respetables personajes que me califican y proclaman irreprehensible en la conducta verdadera y cristiana en la moralidad de costumbres, amante de nuestro soberano el señor . Don Fernando Séptimo, acérrimo defensor y observador de la Constitución Española, pro– motor y protector de la prosperidad de mi patria, subordinado a las autoridades, celoso por la justicia, aborrecedor por religión, por filosofía y carácter de toda intriga, especialmente de la opues– ta a la tranquilidad del Cusco, conservador de ésta en gran par– te, a más de otras recomendables virtudes y ser.vicios con que más a mis compañeros del comparendo que a mí (es preciso decir la verdad) nos reconocen condecorados, afirmando no unos cua; tro aventureros, o la plebe, sino el dignísimo y humildísimo señor Obispo de aquella diócesis, su discreto Provisor y Vicario General, Primer Diputado en Cortes por la Provincia del Cusco, los otros dos señores Diputados Don Cayetano Ocampo y Don Manuel Borja, algunos de los señores que acaban de ser nueva– mente electos para las soberanas Cortes y para la Excelentísima Diputación Provincial, el muy ilustre Ayuntamiento, cuyo indivi– duo ya no son incluso el padre político de la mujer del señor Concha, los vice-rectores y catedráticos de ambos colegios, algu– nos señores Canónigos, Dignidades de aquella Santa Iglesia Ca– tedral, a pesar de que es canónigo y rector de uno de los dos co– legios, hermano legítimo del citado señor Concha y Jara, mu– chos curas y párrocos de la ciudad y de fuera, varios prelados y reverendos de las religiones, sin excepción del padre más digno' de la Provincia de San Francisco, los jefes militares de todos los regimientos del Cusco, y de sus inmediaciones incluso el señor Mariscal de Campo y Diputado hoy. en Cortes Don Francisco Pi– coaga, el Jefe Segundo del Regimiento mismo, cuyo primero es el señor Concha, y el señor Don Pablo Astete Coronel de Ejército, y del Regimiento de Paucartambo, quien afirma a fs. 115 vuelta, renunció la Alcaldía que dejaba valer por no exponerse a pros-

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