Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUC!ON DEL CUSCO DE 1814 341 razón, se toma la licencia de alcanzar la mano a V.E. a fin de que desaparezca ese desorden, se pongan las cosas en su lugar, y se restituya a sus moradores aquel expectable y glorioso nombre de fieles que supieron granjearlo a costas del valor sacrificios y san– gre. El despecho de tres hombres aprisionados acertó a apoderar– se de la fuerza, y ésta domina sobre la opinión, las luces y la con– ducta de un esclarecido vecindario, sus próceres y bajo pueblo. El grito que hemos oído, es de un puñado de resentidos, no es de todo el Cusco, ni de sus sensatas corporaciones bajo el aspecto de Constitución violada y sentimientos puramente particulares, se han infringido, violado otras leyes más sagradas y más fundamen– tales del mismo Código, y por reparar o vengar defectos parciales, se ha derribado el augusto edificio de la fidelidad, común, y dis– locado los inviolables resortes del orden público. Para justificar estos acontecimientos en medio de las luces, contra su genuino concepto se ha hecho retroceder el derecho público de España a los principios elementales de la r azón natural en la infancia de las sociedades cuando los estados por sí mismos, y por la ley de la necesidad se han autorizado para modificarlos a proporción del carácter circunstancias y localidad de los países, que ningún po– lítico español hasta ahora ha encontrado en él la medida de con– vertir la acción popular en queja armada. Convengamos con la verdad que la teoría y la experiencia nos han enseñado de que antecedentes tan débiles no pueden produ– cir sistema, ni combinación, y que entre Provincias tan apartadas como distintas, es un imposible concertar aquel enlace federativo que necesitan para atender sus intereses comunes y arreglar su dignidad. Así cree este cuerpo que es caminar al descalabro con– ducir adelante el funesto empeño del tres de agosto y faltar inútil– mente contra la vida de innumerables inocentes, cuya sangre, en lugar de fecundizar, no haría más que petrificar nuestros campos, presentando a los futuros tiempos monumentos lúgubres de la insensatez e irreflexión. Por otra parte la España victoriosa, llena de gloria de recur– sos, aliados que han jurado la integridad de la Monarquía, libre de los justos empeños, de que majestuosamente va saliendo; el brazo que ha robustecido con sus tiranos, lo descargará sobre sus hijos, y esta será la calamidad que acabe con los restos de estas provincias. Como el Cusco, toda la Nación Española de uno y otro hemisferio desde nuestros mayores ha vivido colmada de resentimientos e injurias. En sonando la campana de la queja,

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