Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
" •' .. ' 356 MANUEL JESUS APARICIO VEGA 73 COMUNICACION DE JOSE ANGULO AL VIRREY Excelentísimo señor. Después de la detenida lectura del respetable oficio de V. E. de 2 de setiembre último, que recibí en 25 del mismo, hr~ medita· do seriamente sobre los puntos principales a que se reduce. He consultado la opinión pública de diversos modos, y he extendido fa vista, no solamente por los objetos próximos y someros, sino también por los que parecen remotos e impenetrables. La divi· na providencia que me ha puesto a la cabeza de una revolución, me hace responsable de la suerte de estos pueblos que se hallan entre muchos contrastes. A más de esperar los efectos del enojo •:le V. E. tiene que gemir con V. E. mismo, bajo las triunfantes ar· mas del Río de la Plata. Tamaños males, de que acaso V. E. se cree inmune, pero que no por eso dejan de ser ciertos, deben entrar en el plan de Ja salvación del Perú, y los grandes políticos como V. E. consideran Jos objetos bajo todos los aspectos diferen· tes y comenzando por el origen de los males, aplican a él el re· medio, tratando después ya de las quejas particulares y asuntos subalternos. Los relativos a esta provincia, y las pocas quejas que expuse a V. E. ligeramente en el parte de 13 de agosto, son de segundo orden, y muy fundadas. Detenerme en demostrar su solidez y jus· licia sería en vano, pues de los intereses públicos, solamente juz· gan con sanidad los hombres imparciales, y la severa posteridad. No obstante permílamc V. E. le indique con el mayor respeto al· gunas reflexiones sobre dos particulares de mucha importancia al honor y talento de V.E. El primero es acerca de la verdadera idea y concepto del ju· ramento que se vio precisado a prestar en Salta el ejército que mandaba el hábil y valeroso militar brigadier don Pío Tristán · La plana mayor, los oficiales de la tropa y esta misma, en ninguna manera juraron obediencia al gobierno de Buenos Aires como V· E. lo asegura; sino que capitularon según las leyes de la guerra y por no sacrificar unos hombres tan beneméritos, ofreciendo en uno de sus artículos, no tomar armas contra el Río de la Plata
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