Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

' 'I t• U. REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 357 desde el Desaguadero para acá. Esta clase de capitulaciones nada tienen de vergonzoso ni humillante, son muy frecuentes en la Eu– ropa, como sabe V. E. las hay mucho más duras al vencido, los más célebres generales han pasado por estas antiguas, y los so– beranos de las naciones civilizadas aprueban con gusto y las cum– plen de su parte; porque los buenos príncipes economizan sobre– manera la sangre de sus soldados, y jamás hacen la guerra con el funesto empeño de dejar de existir, o aniquilar a l enemigo. Sin embargo, cree V. E. que en conceder un triste asilo a los juramentados de Salta, y no ponerles embarazos para que regre– sasen a sus casas, ha s ido un rasgo de generosidad; pero permíta– me el respeto de V. E. que diga, que si el juic,ip público no tuviera otra prueba de aquella virtud de V . E. sin duda no la pondría entre las que adornan su ilustre persona. Los que después de ca– pitular en Salta se incorporaron al ejército, con el acuerdo que V. E. llama mejor que el de retirarse a sus casas, han sido vícti– mas de la errónea opinión de que no les obl igaba el juramento; pues a más de los que han muerto en los campos de batalla, los que han sido tomados prisioneros han pagado su perjurio con la última pena. Es mucha la que causan cuantas consideraciones se hacen sobre esta materia tan lastimosa, que es una nueva prueba de que jamás se trata de buena fe con los que se llaman insur– gentes. No seguiré en mis 1u1c10s, sobre el segundo particular, esa máxima bien vulgar de que debe parecerse al malvado el que hace su apología, pues las pruebas que tiene dadas V. E. de la sanidad y rectitud de sus intenciones, acreditan que es una excepción, por mucho que pretenda justificar la conducta del marqués de Valde– Hoyos . Este malvado, que para alivio de la humanidad doliente, ya no existe entre los hombres, y que ha sido tan pernicioso en su larga vida como en su horrible muerte, es el objeto de la exe– cración pública. V. E. ha sido el primero y el único que lo ha caracterizado por el amcfrico más ilustre en lo militar y en lo po– lítico, por un hombre de bien que recibió con disgusto el gobier– no de La Paz, por un hombre a cuyo favor dirigieron los vecinos de ésta una patética representación suplicándole no se le retirase del mando por haberse portado bien. El marqués de Valde-Hoyos, tuvo sin duda entre sus grandes vicios el de la refinada hipocre– sía, pues engañó la penetración de V. E. y esa representación de los vecinos de la Paz, obra de la coacción, y de las tinieblas, sería " sin duda organizada por el mismo marqués de Valde-Hoyos, para engafiar a V.E. y para hacerse un mérito ·con lo que lisonjeaba

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