Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

368 MANUEL JESUS APARICIO VEGA de la artillería de los rebeldes compuesta de diez piezas eran eje– cutiva que no nos dejaba resollar. La nuestra que consistía de sólo seis cañones de a cuatro, colocados respectivamente a dos en los costados y otros dos en el centro, empezó sus tiros, pero que por la distancia y porque la tierra labrada impedía absolutamente con– tinuase un paso rápido, no pudo obrar con suceso, ni seguir la ba– talla. Si bien que la falta de brazos en las funciones de arriería, ha obligado a que los artilleros sirvan en este duro mecanismo, el cual no ha podido menos que agitarlos sumamente. Luego que nuestra batalla rompió el fuego de su fusilería, con· testó igualmente la del enemigo, cuyo número según prudente cálculo, ascendía a más de quinientos. Esta contienda sostenida vigorosamente por ambas partes, duró sólo el tiempo que tardó en aproximarle . Inmediatamente siguió el abandono de Ja artille· ría; la dispersión de cerca de cuatro mil hombres que tuvieron la temeridad de hacernos frente y la persecución que mandé hacer con mi escasa caballería y todos los oficiales bien montados hasta Ja distancia de cosa de legua y media. Hubiera sido sin duda más completa esta derrota si el can· sancio de la tropa y el calor del sol que la angustiaba, fueron mo– tivos desatendibles para los jefes que Ja aman en el monto que yo. Escuché sus clamores en medio de la agitación; me pedían des· canso y el refrigerio del agua que no la hay en todas estas eminen– cias; por lo que resolví retirarla a los bajíos inmediatos a este pueblo, en donde he situado mi campamento, después de haber re· cogido la artillería, municiones y demás pertrechos que se han to· mado al enemigo. El resultado de esta gloriosa acción es ventajosísimo para nosotros. Una considerable pérdida de armas y gente como la que acaba de padecer el partido insurgente, habrá de abatirle no· tablemente la erguidez y soberbia con que pretendía avanzar sus execrables miras; siendo consiguientes el terror y Ja debilidad a cualquiera otra reunión que en adelante logren efectuar. Descenderé ya a manifestar a V. S. todo lo que se ha toma· do en el campo de batalla - diez piezas de artillería con sus co– rrespondientes cureñas y t iros, a saber: Dos cañones de calibre de a cuatro, largos · dos id. de id. cortos reforzados . dos de id., id. cónicos · tres id. del calibre de a dos . uno id. de a uno . once cajones de bala rasa de a cuatro - veinte id. de metralla de id. · dos de bala rasa de a dos · cinco de metralla de id.. uno id. de a uno · cuatro cajones de granadas de mano de hierro . dos barriles de pólvora suelta · ciento ochenta y cuatro fusiles . cuarenta ca-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx