Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

430 MANUEL JESUS APARICIO VEGA va voz de los grandes y respetables pueblos, por donde transitó Su Majestad para venir a su Corte, y con las diputaciones que recibió de otros dirigidas al mismo intento de modo que se pue– de decir que la abolición de la Constitución llegó a ser como por aclamación el voto general de la Nación. Llevados pues, no del espíritu de adulación que repetimos está muy lejos de nosotros, sino del amor a la verdad, que nos ocupa enteramente, convenci– dos hasta lo sumo de la solidez de estas poderosas razones, las exponemos a la faz de nuestros pueblos, para que desengañados con sus explicaciones conozcan con cuánta justicia ha procedido a recurrir para que rinda sumisón al Rey, nuestro señor, que está en la posesión de ser un verdadero Monarca con todos los dere– chos que le presta una Monarquía moderada, no templada con la Democracia, cual es la que Je señala la Constitución formada por las Cortes, sino con la aristocracia que es la que por las leyes pri– mitivas de nuestro Reino le corresponde como ha correspondido a sus antecesores y de lo que se halla posesionado nuestro actual Soberano, habiendo sido proclamado, y jurado por tal, desde que por la renuncia de su Augusto Padre entró en el goce de esta po– sesión que les fue interrumpida por el tirano su opresor. Tres géneros de gobiernos hay que están recibidos en las so– ciedades del mundo, cuales son el democrático, aristocrático y el monárquico. El democrático, es aquel, en que entran a gobernar los pueblos popularmente, sin distinción de clases ni de persol)aS y tal es, o muy semejante a éste el que establece la Constitución. El aristocrático es aquel en que sólo gobiernan los nobles, y cuer– pos respetables formando un cuerpo gobernativo y el monárqui– co es aquel en que sólo gobierno u.no con el nombre de Monarca o de Rey. Se ha disputado mucho entre los sabios, sobre cuál de estos tres géneros de Gobierno sea el mejor, y es el más común sentir entre éstos, que lo es el monárquico, pues es el más confor– me a la naturaleza como su Autor es perfecto en todas sus obras. El monárquico es un gobierno compuesto a semejanza del que Dios ha establecido naturalmente entre los hombres cual es el que un Padre tiene sobre sus hijos. Se dice y se sostiene por muchos que una Nación es superior a su Monarca por cuanto los Reyes son por las Naciones, y no las Naciones por los Reyes. Mas después de bien meditado el pun– to parece que cuando un Monarca está constituido por tal Mo– narca verdadero es él superior a la Nación que domina, que no es ésta, quien le pone en sus manos sus facultades reales para

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