Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
434 MANUEL JESUS APARICIO VEGA se ve aun entre los hijos de un mismo padre y de una misma ma– dre. En el orden sobrenatural vemos que a unos les da el Señor mayores auxilios de gracia, mayor piedad, mayor devoción, mayor desprecio del mundo, mayor caridad, y mayor fervor de espíritu, de donde es que corren velozmente por el camino de las virtudes como llevados por la mano, lo cual no les sucede a todos, pues son muchos los tibios, los que tienen su corazón apegado al mun– do, porque su falso brillo hace grande impresión en sus corazo– nes y que están muy menguados en aquellos sublimes dones que adornan a Jos otros. Llegando al orden civil y político vemos en el mundo varias clases y distinciones de gentes y de familias; a unas las vemos llenas de riqueza y de grandeza y a otras llenas de miseria y po– breza; a unas en el rango y clase suprema del Estado y a otras bajo el imperio de las naciones; a otras en una clase no tan alta, pero que se acerca a otras en otra menor todavía, pero que se tienen por ilustres y distinguidas, a otras en una mediana que se llama estado honesto, o decente; a otras en una clase humilde, Y ;;¡ otras finalmente constituidas en Ja última clase de la plebe, sin que ni éstas tengan derecho para quejarse del Señor que les ha colocado en esta humillación, pues les ha sacado del seno de Ja nada, y siendo nada, eran menos de lo que son; por lo que no pueden levantar Ja voz contra el que les colocó en este humilde es– tado, así como el vaso de barro basto y grosero fabricado por el Alfarero, para recoger las inmundicias, no puede quejarse del des– tino que le ha dado su Autor, que ha formado otros vasos de fisu– ra y lucimiento para destinos más altos para gloria y honor de donde es que tampoco los que han sido colocados en la esfera suprema, como estos vasos preciosos deben engreírse con su no– ble destino, y con su sublimidad, ni gloriarse en sí mismos, sino sólo en el Señor, porque quién es el que les ha distinguido, y qué cosa tienen que no hayan recibido los que se vean más encum- 1'rados en la tierra, más enriquecidos de cualidades y dotes, así espirituales como temporales, así de los naturales como de los sobrenaturales, así de los temporales y civiles como de los eter– nos? ¿Quién es el que te distingue? Dice el Señor, a cada una de sus criaturas (1 ) ¿Qué cosa tienes que no la hayas recibido? ¿Y (!) D. Pau. ad Cor. c. 4. v. 7 ¿Quis enim te discernit?
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx