Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
442 MANUEL JESUS APARICIO VEGA dole en el taller de los infortunios, purificándole con los trabajos, y con la opresión para traerle luego al trono por un milagro de su omnipotencia a que reine entre nosotros en justicia y en equi– dad como ofrece hacerlo con sus expresiones que no tiene otro lenguaje que el de la verdad que teme a su Dios y ama a su Dios, especialmente a sus vasallos y a sus prójimos como lo vemos por las obras con que se nos refiere ha dado principio a su reina– do, cuales son la diaria y fervorosa asistencia a l Santo Sacrificio del Altar donde derrama su espíritu en el seno del Señor, para pedirle luces, rectitud de corazón y acierto en el gobierno, la con– tmua aplicación al despacho de los negocios interesantes a la Nación en que ocupa toda la mañana, la presteza y afabilidad con que recibe y oye hasta al más miserable que viene a exponerle sus aflicciones, las visitas de monasterios en que implora las ora– ciones de las a lmas justas y la de hospitales, en que consuela a los pobres enfermos con edificante caridad, y en fin el ejer– cicio de todas las virtudes cristianas Este monarca justo ha conocido sus derechos, ha reclamado la usurpación que se le hace de muchos de ellos en el Código de la Constitución, ha entendido que debe gobernar monárquicamen– te. mas con una monarquía moderada conforme a la Constitución 2.ntigua y leyes primitivas de España, la cual consiste en que el Rey por sí solo, y arreglado por sólo su capricho no dé Leyes a la Nación, sino que para esto convoque a Cortes en las que el mo– narca sentado a la cabeza de todos los próceres de su reino en medio de la nobleza del Clero, y de los Diputados electos por las ciudades capitales de la Monarquía, que lleven los poderes de sus provincias como un padre en medio de sus hijos, les oiga a todos, trate con ellos acerca del mejor arreglo de su casa, que es la monarquía entera, y de cada uno de sus departamentos, y junta– mente con ellos d icte las reglas y leyes que implorado el auxilio dd Señ,or les parezcan más convenientes para el buen ordl':n de toda la Nación, las que ha de sancionar el mismo Soberano para que tenga todo su valor, y en este pensamiento está nuestro digno y amadísimo rey que ya en el primer decreto de 4 de mayo dado en Valencia y promulgado en Madrid en 16 del mismo y ya üJ;imamente en el de 24 del mismo mes, que está respirando amor y ternura para con todos sus hijos, ofrece la próxima con– vocatoria a las Cortes manifestando su pensamiento de llamar a ellas a todos los cuerpos que deben asistir conforme a las Leyes de España, convocando Diputados de las Ciudades Capitales de
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