Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 481 empeño, nos aseguran, y hacen remoto, y aun impracticable todo acontecimiento pero cómo formar son inoficiosas las precaucio– nes, y antes por el contrario, ellas en el cuerpo político deben ser tan oportunas como en el humano a fin de precaver en tiempo el mal. Los sujetos que abajo se expresarán están nombrados cr. la ciudad por Capitanes de Infantería, y caballería de a cien hombres para que alistados por manzanas y cuarteles, todos los vecinos, en clase de Infantes los que no tengan caballo, y en la de montados los que lo tengan, todos sin reserva ni distinción, y entrando aun los oficiales retirados, reconozcan sus compañías y jefes para reunirse cuando éstos los llamen, y para obrar si hu– biese necesidad. Unicamente los que ocupan Plaza efectiva en los regimientos de Milicias disciplinadas, los cuales deben obrar en sus cuerpos, y los empleados públicos dejarán de comprenderse en dicho alistamiento, y sola la edad, siendo menor de diez y seis años, y mayor de sesenta, y los males actuales que imposibiliten el servicio, se tendrán por legítima excusa y cualquiera otra que se alegue será indicio nada equívoco de oposición a la justa causa del Rey. En el término de ocho días, desde la publicación <le este Bando, todos estarán subscriptos, o alistados en la compa– ñia más inmediata de su vecindad, sacando del capitán de ella misma, resguardo que los excluya a aquellos que estén comprendi– dos en la excepción: pasado este término el que fuere encontrado C'n inación, se tendrá por traidor al Rey y a la Patria, y se pro– cederá contra su persona, como más convenga a la seguridad pú– blica. El que después de alistado faltare al cumplimiento de las órdenes de sus respectivos jefes, será castigado sin contempla– ción, según las circunstancias del caso, y si contra la firme espe– ranza del Gobierno, en el de ocurrir a la defensa común se notare la inacción de alguno, sea cual fue.re el resultado por el mismo hecho, y sin necesidad de otra prueba, será purgado como tal traidor al Rey. Yo me prometo que teniendo como tenemos sufi– ciente, y lucido armamento, penetrados todos y cada uno de lo indispensable e interesante de estas medidas, que se contraen al grande objeto de una justa y vigorosa defensa, se prestaran a ellas, sin dar lugar a las providencias, que para caso contrario sean indi– cadas, comunicando con esta misma fecha las convenientes instruc– ciones a dichos capitanes, para que transmitan los debidos cono– cimientos acerca de cualquiera que no corresponda a mis deseos, y todos deben prometerse que siendo necesario seré el primero que sin reservas haré el sacrificio de mi propia vida, consagraré por

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