Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
482 MANUEL JESUS APARICIO VEGA la seguridad común cuantos estén a mis alcances, cierto de que Ja Provincia de Arequipa, será gloriosa, si conociendo sus verda– deros intereses se decide a sostenerlos en masa.- Arequipa marzo siete de mil ochocientos quince.- Pío de Tristán.- José Manuel James, Secretario.- Es copia de que certifico.- José Manuel James Secretario. Al margen.- Anónimo.- Compatriotas hasta cuándo sufri– mos la opresión de este bárbaro, que a nombre de un Rey que no existe nos roba, y nos tiraniza? Qué diferente suerte fue la nuestra bajo el mando de los jefes de la Patria. Pero por desgra– cia el bien no es conocido hasta que se pierde. Aquellos héroes a pesar de las necesidades urgentes de sus tropas no sacaron contri· buciones sino de los prisioneros y fugitivos, que por todo dere– cho estaban obligados a reparar con sus bienes, los males que hicieron a la Patria, y aun en esto guardaron mil respetos a la hu– manidad, y rebajaron mucho las sumas que debían pedir, pero Ramírez sin distinción de personas ha procurado extraernos Jo último de nuestras posesiones, y parece que exigiera multas, en pena de haberlo recibido con fidelidad, y aun sacrificando a Jos mejores Patriotas. Si toleramos estos males, porque los creemos sin remedio sabed que todavía quedan arbitrios de repararnos. Yo sé de cierto que al menor sacrificio que hagamos por Ja libe~ tad, los cuzqueños volverán a ser nuestros amigos, y saldremos del justo temor de que sus armas vengan a castigar la contra– rcvolución del siete de diciembre. La muerte de este General, y de sus paisanos basta para asegurarnos, y dejar en paz el Perú. Porque en el momento se volverán ae parte de la razón los Ame– ricanos que Je siguen, pues no hay uno que viendo cómo desampa· raron los valientes de España a Picoaga, y Moscoso en Cangallo, no advierta que los Europeos en la guerras actuales, sólo quieren la ruina de los criollos, aunque sea de los mismos que emplean su valor y sus luces para defenderlos. La prueba más constante de sus pérfidas intenciones, es que ningún Europeo quedó prisio– nero todos fugaron dejando a aquellos ilustres jefes en manos de sus enemigos, y aunque la benignidad de los Patriotas les dejó un salvoconducto para libertarse nuestros tiranos nada omitieron para consumar su exterminio: Animo pues Arequipeños, una noble revolución va a sublevarnos del justo encono con que nos mira el Cusco, y ponernos en estado de cantar himnos a la libertad. La inacción nos arruina precisamente, y las circunstancias hacen
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