Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 483 ver que el medio más propio, y sencillo de hacernos felices, será renovar en nuestro suelo las memorables visperas Sicilianas. Es copia de que certifico.- José Apolinar Suares (Rúbrica) Secre– t:irio.- Leí, y publiqué este expediente hoy día de la fecha a tiempo de misa Mayor a la que asistió bastante concurso de gentes, y que– da sacada copia en el libro de circunstancias.- Tacna y abril "eintiseis de mil ochocientos quince años.- José Pedro Céspe– des.- Notario Público. Leí y publiqué este expediente hoy veintiocho de mayo de mil ochocientos quince a tiempo de Misa Mayor en la que estaba congregada la feligresía y para que conste lo firmo.- José Fran– cisco Ureta (Rúbrica).- Ante mí Juan Lorenzo Gómez (Rúbri– ca).- Notario Interino. Mabaya y julio dos de mil ochocientos quince.- Por recibido el día del señor Pedro, y en su consecuencia lo leí hoy mismo después de evangelio de la misa conventual que fue de renovación, y para su consta lo firmo.- José Antonio de Cueto (Rúbrica). Publiqué este expediente hoy domingo día de la fecha a tiem– po de Misa Mayor, en presencia de todo el Pueblo. Tarata agosto veintisiete de mil ochocientos qui nce.- José Melgar (Rúbrica). Ilustrisímo señor.- La adjunta copia del Bando publicado en el día de ayer instruirá a Vuestra Señoría Ilustrísima de mi providencia de precaución en seguridad de esta ciudad, para el caso de que los inmorales, y desnaturalizados insurgentes del Cusco intenten una nueva invasión; ellas han de ser extensivas a todos los Pueblos de la Provincia, y especialmente a los doce que constituyen el Partido del Cercado cuyos vecinos como inme– diatos a esta Capital deben reunirse en cuanto lo exija la nece– sidad, para elevar la fuer.rn de nuestra común defensa, y de los augustos derechos del señor don Fernando Séptimo al grado respetable que ofrecen las proporciones locales. A este fin he de circular el mismo Bando a Jos Jueces territoriales, demostrando cuánto interesa la unanimidad de sentimientos al logro de repeler un agresor injusto, cuyos designios atacan directamente la reli– gión Santa que profesamos, los derechos del Rey, y la seguridad pública e inaividual que son los ejes en que descansan las rela– ciones más íntimas del hombre reunido en sociedad. Mis conven– cimientos relativos a este objeto que eran excusados cuando la elocuente voz de la experiencia pregona desde la desgraciada
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