Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 533 para la del Cuzco, en cuyo tránsito al pueblo de Cabana se experi– mentaron grandes aguaceros y tres días de nevadas, que con su pe– so en una noche derribaron varias tiendas de campaña poniendo a la tropa en el mayor conflicto. Amaneció el día, y continuó la tropa su marcha ansiosa de salir de aquel cuidado; pero luego que se ma– nifestó el sol, se experimentó generalmente un arrebato en los ojos, que durante 24 horas hizo retumbar el cielo con los ayes y los gri– tos que causaban los dolores. Conmovido el general de lo que padecía la tropa, y que todo el campo y donde quiera que ésta se alejaba, estaba en un lago de agua, y para que tomase algún desahogo mientras bajase algo el caudaloso río de Cabanillas, se resolvió de– tenerse un día en dicho pueblo. En este día se despacharon partidas al pueblo de Juliaca a solicitar o disponer balsas suficientes para la transportación de la tropa; y aunque se facilitaron algunas, era ne– cesario la demora de muchos días para que toda la tropa pasase, por cuyo motivo se resolvió buscar vados, y se encontró uno divi– dido en seis brazos, y los mismos soldados pidieron su tránsito, co– mo lo efectuaron con mucha dificultad sin más desgracia, que la pérdida de un fusil el que al siguiente día se sacó por un nadador de los de la tropa. El 24 salimos de Cabanillas para Lampa, y el 25 llegamos a él pasando un caudaloso río por cuatro vados. Aquí paramos seis días, así porque descansase la tropa, como por esperar el caudal que traían de Puno el que llegó. Salimos el 4 de marzo para el pueblo de Pucará y campamos en el intermedio, y al siguiente día 5, caminamos después de haber sufrido el más fuerte aguacero en toda aquella noche, de cuya re– sulta se inundaron de agua los caminos, y aquellos arroyos que apenas ministraban agua para saciar la sed, se convirtieron en ríos caudalosos ímpidiéndonos el paso. Vencimos dos a todo riesgo, pero el tercero se nos hizo imposible su paso por lo muy encajona– do y rápido en el que aun las bestias cargadas se sumergían; a cu– ya vista mandó el general que en el lugar más estrecho se formase un puente, y empalmando los palos de las tiendas, se logró el inten– to de que sin dificultad pasase la tropa, aunque su demora fue in– evitable; por cuya razón aquel día solamente caminaron cerca de tres leguas; y al fin de la jornada cuando el general disponía ya el Jugar donde se había de campar, con previsión de que en la angos– tura que había de pasar, a poca distancia, no hubiese alguna embos– cada; aún no se había acabado de decir, cuando del otro lado del río dentro unos peñascos, hicieron una descarga cerrada de dos ca– ñones con bala rasa, y como de 25 fusiles a las guerrillas que se

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx