Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
538 MANUEL JESUS APARICIO VEGA El día 14, pasamos el pueblo de Santa Rosa, y fuimos a cam– par a la Pulpería; aquí llegó la noticia de que los cholos de Ma– ranganí habían preso a Pumacagua, y pedían auxilio para su con– ducción: al instante se les proveyó de 50 hombres armados, quie– nes lo presentaron al día siguiente 15; lo recibió el general con el semblante muy halagüeño, dándole tratamiento de compañero, ob– sequiándole con un cigarro lo levantó de la mano del lugar donde estaba postrado, reconviniéndole que volviese a montar en su mu– la y siguiese con él (*): de fuera, se repuso en su cabalgadura (aunque el suceso sea casual, pero ha sido digno de admiración) la bestia después de haber dado unos pasos, revolvió a la parte donde estaba parado el general, hincó las dos manos, y de un re– mezón sacudió la carga, no obstante volvió a montar, y poniéndo– lo el general a su lado, lo pasó entre la tropa formada en dos alas, previniendo a los soldados que no lo insultasen, y que lo mirasen con atención, como que había sido un brigadier del rey: después de esta operación lo entregó al comandante de las guerrillas pa– ra su custodia. El 16 y 17, caminamos hasta Sicuani; el 18 paramos: parece que todo fue permisión del cielo, cuando no se pensaba en ello, se facilitó en aquel día su confesión, el consejo de guerra, y en Ja misma horca en que había sacrificado a hartos inocentes, fue cas– tigado con sumo regocijo de aquel vecindario; el brazo quedó en aquella plaza y la cabeza pasó al Cusco para ponerse en una pica. El 21 dieron noticia de la prisión de los dos Angulos y Ga– briel Béjar, que habían hecho los vecinos del pueblo de Zuriti. El 23 al mismo tiempo que entraba a la plaza por una esquina la cabeza de Pumacagua, entraban prisioneros, por la opuesta, los referidos. El 25 entramos a esta ciudad después de haber oído la misa de gloria, y cantándose el Te Deum en acción de gracias de nues– tro feliz arribo por el capellán mayor en el pueblo, de San Jeróni– ino: fuimos bien recibidos: en los días subsiguientes, se les si– guieron sus causas, y el 29 fueron pasados por las armas los cau- ( *) En la carta del Cuzco, de 27 de marzo, para publicaciones ofreci– mos hacer hoy en nuestro anterior número, pero que hemos suspendido por ser la presente mejor delallada; se dice, que cuando condujeron a Pu– camagua a presencia del señor Ramírez, le preguntó éste, viéndole vestido de cordellate: señor marqués del Perú, i qué es la que a V. S. ha sucedido: ¿Dónde están los bordados de teniente general?
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