Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 547 tos quince años. Pedro Joaquín de Gamarra. Queda evacuada en– teramente la orden que Vuestra Señoría me comunicó, en oficio, de primero, del que rige, sobre la toma de razón de los bienes del Prebendado Carrascón y su arresto. Incluye las diligencias obra– das para que Vuestra Señoría determine lo que sea de su supe– rior agrado. Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años . Cus– co, abril cuatro de mil ochocientos quince. Francisco Anglada, Señor General en Jefe Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, Don Juan Ramírez de Orosco. Cuartel General del Cusco, cuatro de abirl de mil ochocien– tc;s quince, pase al J uez de la causa. Ramírez. Proclama .- "Mis amados compatriotas del Bajo y Alto Perú. La Divina Providencia, que en todo tiempo es celadora de su Justicia, y la que con fortaleza y suavidad sabe castigar a los soberbios con la humildad y premiar a los hu– mildes hasta con la soberanía de las gentes, es el ob– jeto de nuestras atenciones en esta Santa y universal insurrec– ción. El consideraros instr uidos en estas verdades católicas y constante sucesión de los tiempos, con las que parece que nues– tro Dios ha jugado en todo el orbe y ahora, con nootros, cobran– do los arrebatos de las injusticias de éstos sus pueblos, es lo que me evita el traeros las individuales épocas e historias de estos acontecimientos en los persas, asirios, caldeos, griegos y romanos, v en las demás Naciones que ya no existen sino para nuestro ejem– p lar; como también las de nuestros días en la Francia y en nues– tra desgraciada España, las que por sus injusticias, a pesar de la humilde educación y escasas noticias con las que nuestro Tiráni– co Gobierno ha educado por su peculiar interés (privándonos de cuan tas luces políticas, nos podría instruir para formar la pre– sente felicidad), no nos ha intimado para establecerla en el glo- 1"ioso y perpetuo hecho del día tres de agosto último, y en sus fe– lices y milagrosos éxitos en esta gran ciudad del Cusco y en to– das sus provincias, centro de todo este vasto Imperio peruano, que la omnipotencia lo ha elegido ya por suyo en una Nación de mar a mar "In fide et lenitata, santum facit illum et elegit cum ex– omni carne" según el Eclesiástico, esto es sin excepciones de per– sonas. Este omnipotente Dios que parece nos tiene siempre pro– metido jugar con los hombres "in tolo orbe terrarum", por medio del j uicio de sus justicias, juzga como eterno sucesivamente las
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