Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 549 tregar a todos sus españoles, sin número ni medida (y peor que si fuéramos una tablada de mulas o un rebaño de oveja serviles, sin pastor ni dueño, al dominador de la Europa, Bonaparte y para que por esta inhumanidad conociésemos todos que faltó a Ja justicia legal de los sagrados deberes de su Real Juramento, así de vivir como debía por su establecimiento por nosotros, como por el de mantenernos en paz y justicia, y aun faltó a la política que tienen las naciones más bárbaras, con cuyo perjurio y des– precio nos ha causado más de dos millones de muertos de lo más beneméritos españoles, y ha arruinado a toda la España y su Amé– rica; y por consiguiente, habiéndonos faltado el Rey, no faltamos nosotros a la fidelidad debida de nuestro juramento en negarle una ciega obediencia que nos destruye y en separarnos de una sociedad que nos devora, como tampoco faltan los hijos a la de sus padres; las mujeres a Ja de sus maridos; y aun los esclavos con la servidumbre a sus amos en iguales y aun en menores cir– cunstancias mas la Divina Providencia que en esta época dolo– rosa de Jo alto veía la confusión de estas dos naciones española y francesa tan despreciadas por sus Reyes, como ensangrenta– das por sus injusticias, y que el Emperador está orgulloso con !as repetidas victorias intentó, no sólo romper Jos naturales y empinados límites de sus Pirineos y Alpineos que tan naturalmen– te la dividen y separan de su dominación para hacer de las dos una sola Nación, sino es que también pensó surcar el inmenso y peligrosísimo océano de tres mil leguas que dividen y apartan del modo más prodigioso las dominaciones de Ja Europa de éstas de Ja América, y subyugarlas aun con cadenas más insoportables. Esta misma Divina Providencia que celosa siempre de sus obras, es la que hizo declarar en la propia y Santa insurrección de su pueblo español los límites de su localidad, respetados desde e! principio de las generaciones y la referida nulidad del sacrílego e impolítico hecho de su Rey Don Fernando ya cautivo; y a su con– secuencia se exige este despreciado pueblo en cortes generales y extraordinarias de toda su afligida Nación, de un modo tan gene– ral, cual se exigiere y es debido por el necesario derecho de todas fas corporaciones y lugares y declaró en sus repetidas sesiones, lo que la propia naturaleza había publicado esto es primeramente que las Américas no son colonias conquistadas, en segundo lu– gar: Que las Américas tienen iguales derechos que la Península y en tercer, finalmente: Que las Américas son libres como las demás naciones del mundo. Ahora pues, Compatriotas míos, si los ame-
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