Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
554 MANUEL JESUS APARICIO VEGA cisa así nuestra Justicia, como lo fueron en el siglo pasado que los bostonenses por esta misma Santa causa de su Patria, porque el dulce nombre de la defensa de la Patria Est nomen Divinitatis et religionis. Este sagrado nombre de la Patria nos electriza en nuestros deberes para formar a toda costa esta nuestra Nación Christiana, y el defenderla con fortaleza es la verdadera justicia ele Dios, que a cada uno le da y reparte sus respectivos bienes na– turales en su Patrio suelo, para que no mendiguen la Justicia o arbitrariedad del ajeno. A la unión pues compatriotas y habitan– tes del Alto y Bajo Perú, y a nuestra perpetua Alianza y felicidad para cuyo efecto se están fundiendo todas las semanas cuatro ca– ñones y culebrinas y se trabaja multitud de toda arma, y ya han salido a ampararnos en esta vuestra causa por todos puntos dos columnas de valerosos cusqueños con sus armas y cañones a la parte de nuestro Oriente ; y otras dos a la de nuestro Occidente con sus respectivos Generales y las nuevas y benditas banderas de nuestra Patria peruana, las que en sus individuales jeroglíficos ha– blan y publican sin cesar del modo más enérgico y grande. Que el despotismo de la expresada infernal serpiente de las siete cabezas, está ya destruido; y la puerta de la justicia se halla abierta, y pron– ta para todos; y que siendo siempre hijos del Crucificado Jesús, nos hallamos también bajo la protección y tutela de su Santísima Madre bajo la . . . . . . de la Reina de los Angeles en cuyo su San– to día quebraron las cabezas de la horrorosa serpiente que nos de– berá los caudillos presos de nuestra libertad el Capitán Señor Don José Angulo, Capitán Don Gab1;e1 Béjar y Don Manuel Hurtado de Mendoza y generales aclamados y confirmados por las Corporacio– nes de la Ciudad, los que con la fe de nuestra Santa Religión y la lenidad propia Americana con la que la Omnipotencia los distingui– guió entre todos los del mundo ha fundado este su nuevo impe– r io Peruano de toda clase de gentes y a todas llama con buena vo– luntad a su formación, aumento y felicidad el que la Divina Provi– dencia in fide et lenitatu Sactum fecit illum, et elegit cum ex omnit carne. Si Ja Divina Omnipotencia que no tiene aceptación de perso– nas lo ha formado de toda sangre y carne, y sólo con la distinción de los verdaderos méritos la congrega, forma y aumenta en su fe y lenidad de sol a sol al efecto que ni los blancos, ni los rubios, ni los tostados, ni los amarillos, o trigueños serán desechados, si protestan con la Religión del juramento según el general derecho de gentes, ser verdaderos patriotas e hijos de esta fe y lenidad, en la que la Omnipotencia le elige, forma y lo aumenta de día en día
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