Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
558 MANUEL JESUS APARICIO VEGA que afectuoso ama pronto obedece: y aquí el argumento de todo es– te Sermón. Andrés/de Bethsaida Provincia de Galilea de oficio pesca– dor deseando salvar su alma pasó al desierto a oír la predicación del Bautista al Bautismante Penitencia en las orillas del Jordán y este su señor le hizo digno de que el Bautista le señalase con el de– do al Mesías que afectuosamente amaba diciéndole, ecce Agnus Dei qui tollit pecata mundi. La caridad virtud por su propia esencia in– finitamente comunicativa le obligó dar noticia a su hermano Pe– dro de que ya el Mesías estaba en el mundo; con esta prevención estando un día estos dos hermanos Pedro y Andrés echando las re– des al agua para pescar en el Mar de Galilea, les dijo el Salvador: venid en pos de mí, y yo os haré pescadores de hombres, y en el mismo instante obedecen, dejaron la redes, el Barco y el Oficio, y siguieron al Salvador: Con:tinuo relictis retibus secut i sunt eum. Este ejemplo de una entera obediencia, que nos propone el día de hoy el evangelio dándonos en cara con nuestra contumacia mani– festándonos con el ejemplo del Apóstol que el desordenado amor que tenemos nosotros mismos a nuestros bienes y a nuestros em– pleos es la causa de no seguir los llamamientos de nuestro Dios, el que si continuamente con el ejemplar de su Santa Vida y la de sus Apóstoles y Discípulos nos llama a ser perfectos, ya que noso– tros por no dejar las caducas comodidades de nuestros oficios, o por la perecedera esperanza de nuestra gloria nos hacemos sordos a sus voces y ésta es la consecuencia de que no podemos imitar a los Santos que diariamente nos propone la Iglesia, diciéndonos "Qui amat animan suan plusquam meno11 est me dignus" y en su confirmación Venid conmigo y preguntad a cada uno de los cris– tianos de estos nuestros tiempos ¿Por qué no obedecen con pron– titud a los continuos llamamientos que Dios les hace a sus cómodas esperanzas que no aman a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos su conciencia? y responderán por no de– jar sus intereses y su oficio, y más adelante preguntadles ¿Por qué no amna a sus prójimos como a sí mismos, cuando éste es el gran Precepto de nuestro Dios, y os responderán que por el egoísmo que fos ocupa todos sus sentidos y que no quisieran que hubiese más bienes y honores que los necesarios para saciar su apetito. Prosiga– mos preguntando de casa en casa, familia en familia, y de pueblo en pueblo por qué éstas son nuestras disenciones actuales entre unos hermanos hijos de una misma esencia y de un mismo suelo, y no nos darán ni pueden darnos otras respuestas que la falta el~ este amor cordial. Si lo dudais: Venid conmigo y registremos los li– bros sagrados por medio de su Apóstol que este Nuestro Divino
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