Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

566 MANUEL JESUS APARICIO VEGA omn:i carne. Si señores aquella inescrutable providencia ·la que si antes .de Jos tiempos humanos previó esta nuestra Patria insurrec– ción como cosa suya, también parece el que en el mismo instante ~n el que aparecieron los siglos a Jos hombres; y en aquel punto posterior, en el que la diversidad de sus lenguas obligó a la disper– sión de sus familias a que éstas paulatinamente poblaron el univeP so bajo una e individual descendencia, esta misma e inescrutable Providencia digo es, la que fue preparando el día de hoy por una larga sucesión de siglos en la Península, esto es (halla en el finis terres de las dos Asias y de la Europa) una colusión de gen– tes de todas razas. Si atendemos a las historias más antiguas ellas nos instruyen sin la menor duda, el que la Asia pobló a la Europa, y al Africa, y el que los Españoles somos hijos de los Fenicios; e igualmente los libros sagrados nos afirman que por el oro y la Pla– ta de que se hallaban repletos nuestro Pirineos vinieron a la Es– paña los Orientales, y así mismo es constante que por esta cono– cida riqueza con la salubridad de su clima y la feracidad de su suelo fueron el objeto para que sucesivamente las Naciones Je en– vidiasen su dominación, y a su consecuencia los Cartagineses por Ja parte de su Meridional, los Godos por la su Norte, los Sarracenos por Ja de su Oriente y últimamente toda la Morería, Berbería ocu– pasen sucesivamente una y otra vez nuestra Península; esta diver– sidad de Naciones y cultos ofuscaron hasta nuestra nativa lengua y costumbres y se puso toda ella en tal extremo de confusión que no pudo esclarecer con seguridad hasta Ja cuarta generación de las más ilustres de sus familias; en todas ellas se reconocían el que en– ire el blanco y rubio de lo Europeo se hallaba esmaltado Jo ama– rillo, y membrado de lo Asiático y lo tostado y crespo de lo afri– cano y siendo Señores la Peninsula el finis terrea, de la tierra co– nocida; fue al mismo tiempo el depósito que la inescrutable provi– dencia iba formando para repoblar de todas las gentes este su vas– tísimo continente americano y con ellas fundar en ella su Iglesia, porque en este día había de formarse una Nación nueva e inde– pendiente bajo esas gloriosas insignias, de nuestra Patria, esas glo– riosas banderas, digo que el día de hoy estos sus valerosos Perua– nos han traído a bendecir a su gran Sacerdote del Cusco con los Símbolos de que por ella el Despotismo queda destruido, abierta la puerta a la Justicia y quedamos todos bajo las Banderas del Cru– cificado y la protección de nuestra Madre y Señora de los Angeles, bajo las que se alistan con porfía todos los amados hijos de esta Patria, para que la tiranía de los alienigenas no los hagan más in-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx