Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

610 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Juan Angulo, cura de Lares, hermano del rebelde J ph. Angulo; y Dn. Francisco Carrascón, europeo, prebendado de esta Santa Igle· sia: los tres primeros por haber sido Jefes de tropas insurgentes; el cuarto por haber abandonado su grey por todo el tiempo de la insurrección, y conservándose al lado de su hermano, dirigiéndolo c.on sus infames consejos; y Carrascón por su conducta y papeles sediciosos, que publicó para fomentar este sistema, e inflamar a los revolucionarios; todo, no sólo a vista y ciencia del Prelado, sino con su aprobación. El único medio, señor, que se presenta a este Tribunal para re· formar un clero, que ha causado tantos escándalos a este Público, y perjuicios a V.M., es poner a su frente, subrogándolo en lugar del obispo, al vicario de la villa de Paucartambo Dr. Dn. Antonio Bustamante, de sesenta años de edad, y ae más de treinta en el ministerio de cura, (f. 31) hombre verdaderamente eminente en vir· tud y sabiduría, que en esta tan funesta crisis, y con un ejemplo de tanto influjo en todos los de su clase, tuvo la fortaleza de sos· tener la causa de V.M. en público y familiarmente del modo más enérgico; respetándolo sin embargo por sus vi rtudes el mismo obispo y el Jefe de los rebeldes, sin que por ello se atreviesen a procesarlo, como lo han hecho con otros, cuya opinión sin duda perjudicaba menos a sus ideas. El influjo de los ministros del altar sobre fieles ignorantes es tan imperioso, que se puede decir con verdad que jamás se sepa· ran de sus direcciones y consejos. Toda esta provincia se halla en esa situación; y jamás se logrará inclinar los cor azones de estos vasallos al amor a V.M. si no se forman pastores que los atraiga11 a él. En esta capital hay un seminario, que bien sea por descuido de sus inmediatos Directores, o porque los alumnos ven en su primer Jefe una conducta contraria a esta obligación política y re· ligiosa, descubren más ideas poco favorables a este propósito, cu· yas semillas cuando llegan a ser pastores, se desarrollan de un modo muy perjudicial. La fuerza de las armas impedirá una ex· plosión, como la que acabamos de experimentar; pero su conser· vación es muy costosa y poco conforme con el paternal amor de V.M.; por lo que la reforma del clero secular de estos dominios la considera el Tribunal como la piedra angular de la subordina· ción cordial a V.M., y de que termine esa muchedumbre vergon– zosa de clérigos ignorantes y de pésimas costumbres, que son a un tiempo el oprobio de su estado, y el resorte de los movimientos de la plebe. Por lo que jamás será sobrado el desvelo de V.M. y de sus (f. 3lv.) ministros en el nombramiento de obispos que tengan

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